Desde el año 2008, el colectivo Citio Ciudad Transdisciplinar en trabajo conjunto con los vecinos, logró desarrollar un proyecto urbano integral para La Balanza en el distrito de Comas. De este plan, han visto la luz en su primera etapa La Alameda de la Cultura y el Centro Comunal La Balanza.
La Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas (Fiteca) es un festival que se realiza desde hace 14 años en el distrito de Comas. Durante toda la primera semana de mayo, decenas de grupos artísticos, nacionales y extranjeros ofrecen espectáculos de alto nivel y completamente gratis.
La sede central es la losa deportiva del parque Tahuantinsuyo en La Balanza, ubicado en la cuadra 26 de la avenida Puno, altura del kilómetro 11 de la avenida Túpac Amaru.
El evento es realizado por los mismos vecinos, organizaciones sociales y distintos grupos culturales con el objetivo de crear un barrio cultural en un espacio público en el que los artistas urbanos puedan expresarse libremente a través de la pintura, la música, la poesía, el teatro, el circo, la danza y otras expresiones como la gastronomía, la escultura, la fotografía y el video.
Dentro de los grupos que participan en la organización está el colectivo Citio Ciudad Transdisciplinar que fomenta el uso urbano de la zona. “En el año 2007, cuando aún éramos estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), nos invitaron a conocer la experiencia de Fiteca. Conversando con los pobladores, encontramos que habían potencialidades para trabajar en el espacio”, detalla el director de Citio, arquitecto Javier Vera Cuba.
Detalla que durante el Fiteca se logra una apropiación del espacio público que ha sido transmitido a la misma población que usa las calles como espacios de juegos, reunión, entre otros. “Con el paso del tiempo, existe la necesidad por parte de aquellos que organizan el evento de que esto se extienda no solo en el parque, sino que se irradie en todo el barrio y sea todo el año”, detalla.
Entonces, comenzó a formarse la idea de un barrio cultural y el desarrollo de un proyecto urbano integral. Este se logra en 2008 con “Fitekantropus”, proyecto de regeneración e intervención urbana cooperativa y de corte experimental, donde se identifican los lugares con potencial y junto con los vecinos se define una serie de estrategias en el barrio.
Para activar este proyecto, se inician los Domingos Comunitarios, pequeñas intervenciones puntuales donde participan los vecinos y comienza a discutirse sobre el barrio. Fue en 2009 cuando el alcalde de Comas de ese periodo se une a estas iniciativas e impulsa al desarrollo de un proyecto más grande: La Alameda de la Cultura en el ingreso al Parque Tahuantinsuyo.
Paseo de la Cultura Fiteca
Este espacio, que busca conectar peatonalmente al colegio con el parque Tahuantinsuyo, se concibió como un lugar de juego para la imaginación, la memoria y el encuentro. Abarcando las cuadras 24 a 27 de la avenida Puno, se creaba un espacio-soporte para que los vecinos se lo apropien libremente, interviniéndolo. Esta acción define su forma y estética “final”, pudiendo ser transformada libremente en el tiempo.
La propuesta de diseño se basa en referentes de la zona producto de la observación de la vida cotidiana del barrio, a partir de los cuales se establecieron una serie de criterios generales que llevaron a un acuerdo público de todos los actores involucrados en el proceso respecto de la propuesta general y cada uno de los elementos que lo conforman: terrazas como bordes suaves entre lo público (calle) y privado (casas), islas horizontales multiusos, lomas verdes, lomas verdes con arborización, bolardos para limitar a los autos pero también como bases para armar estructuras efímeras, y una serie de lugares para estar y jugar en la cuadra del parque Tahuantinsuyo.
La Alameda de la Identidad Cultural, bautizada por los vecinos del barrio como “Paseo de la Cultura Fiteca”, es el proyecto palanca o detonante del Barrio Cultural. La elaboración del expediente técnico fue financiada por la Municipalidad Distrital de Comas, y estuvo a cargo del equipo de Citio en colaboración con arquitectos amigos de la ciudad de Medellín, Colombia.
Se promovió la participación de diferentes actores durante todo el proceso de análisis y diseño. Para ello se realizaron encuestas, asambleas en la calle y talleres con participación de los vecinos del barrio, pasando a trabajar luego por cuadras y hasta casa por casa, de modo que cada familia pudo aportar desde sus necesidades y deseos.
Una vez concluido el proyecto, pasó por una etapa de socialización en la que los vecinos y las vecinas, las autoridades, los y las artistas y algunas personas expertas en la Arquitectura y el Urbanismo aportaron con críticas para mejorarlo. Finalmente, se entregó en 2010 el expediente y la maqueta, en una ceremonia de colocación de la primera piedra con presencia de personalidades como el director del Odin Teatret (Dinamarca), Eugenio Barba.
“Los vecinos se involucraron tanto con esta iniciativa que buscaron ellos mismos el financiamiento a través de movilizaciones. Incluso, aprovecharon la presencia del ministro de Salud en la zona para exigirle la realización de este proyecto. Él los contactó con el titular de Trabajo y así se iniciaron las obras”, detalla el director de Citio, Javier Vera.
La Alameda de la Cultura abarcaba inicialmente desde la cuadra 24 a la 27 de la avenida Puno, conectando el Parque Tahuantinsuyo con un colegio adyacente. Cuenta con elementos como terrazas como bordes suaves entre lo público (calle) y privado (casas), islas horizontales multiusos, lomas verdes, lomas verdes con arborización, bolardos para limitar a los autos pero también como bases para armar estructuras efímeras.
PILOTO
En 2011 se consiguió que el proyecto fuera tomado como piloto del Programa Trabaja Perú. El presidente del Perú, el ministro de Trabajo y el alcalde de entonces estuvieron en el barrio y lanzaron la obra, que inició con participación de los vecinos y las vecinas, pero por diferentes problemas se detuvo.
La nueva gestión de la Municipalidad de Comas ha decidido retomar el proyecto y apoyar su construcción en una primera etapa. Se comenzaría por la cuadra 26, que es la central y más compleja, y para las siguientes se está buscando retomar el apoyo del Ministerio de Trabajo. Para tal efecto en estos momentos el equipo de Citio se encuentra actualizando el expediente técnico, y en paralelo los técnicos municipales están preparando legalmente el inicio de las obras.
Por el diseño planteado, un soporte para intervenciones futuras, el trabajo de apropiación y ocupación post construcción es muy importante, pues es allí que se dotará de identidad y dinámica de espacio vivo al proyecto. Por eso en la construcción se promoverá la participación de los vecinos y las vecinas como mano de obra, y luego, con el apoyo de los grupos culturales, se planificará y provocará la programación de actividades diversas y eventos en este nuevo espacio de todos.
Se han realizado reuniones informativas, en la que se refrescó la memoria del barrio mostrando en detalle el proyecto y contando de la manera más transparente todo el proceso y la nueva forma de gestión para hacerlo realidad. Se planea tener estas reuniones constantemente hasta iniciar la obra y seguir hasta la inauguración
“El proyecto Alameda de la Cultura quedó como experiencia de involucramiento de la población y de la gestión municipal. Ahora que se ha relanzado, se sumando otros colectivos”, señala el arquitecto.
Local comunal La Balanza
En 2011 se interrumpió inicialmente el proyecto Alameda de la Cultura. Por esta razón, el equipo buscó otras formas de conseguir financiamiento para desarrollar un proyecto palanca para el barrio.
Entonces se eligió al “Comedor San Martín del Once” dentro del parque Tahuantinsuyo, dado que era una infraestructura subutilizada pero con potencial para convertirse en un local comunal. Se elaboró el proyecto y fue enviado a participar en la XI Convocatoria de Ayudas y Subvenciones para la Cooperación, la Solidaridad y el Desarrollo Humano 2010 donde fue ganador y obtuvo un financiamiento de S/.100,000.
DISEÑO
El proceso participativo para la elaboración de este proyecto ha sido integral. Continuando y mejorando la metodología aplicada en el Paseo de la Cultura Fiteca, se trabajó desde los imaginarios urbanos hasta el análisis de la problemática, de la visión a escala macro del barrio a la construcción de acabados de obra, en una relación cercana y horizontal entre todos los participantes.
En 2012 se desarrolló la Escuela Espacial. Con la participación de las socias del Comedor y Vaso de Leche, vecinos de los alrededores y sus niños, trabajando y jugando en espacios interiores y exteriores, se tuvo una primera lectura sensible del uso y significado del parque Tahuantinsuyo, del local del Comedor, y de la relación entre ambos. Se hicieron dibujos del futuro, se ocuparon y transformaron lugares y se estudiaron proyectos referentes.
En Asambleas de Diseño, donde los involucrados se sentaron a dialogar alrededor de una misma mesa, se completó el diagnóstico y se definieron los lineamientos formales y funcionales del proyecto. Con pactos y gestos de “solidaridad espacial” se busca recuperar el espacio público para uso compartido, y disolver la fragmentación existente en la que cada grupo social se apropia solo de una parte del terreno, donde tiende a encerrarse. Como primer gesto, se decidió que el nuevo local de Comedor tuviera un patio interior compartido, como ingreso por donde todos pasen y se encuentren.
“La idea era convertirlo en un espacio de dos pisos con comedor en el primero; y en el segundo una pequeña biblioteca con aula para que los niños puedan hacer sus tareas, así como generar un gran espacio como sala de usos múltiples para talleres o ensayos”, señala el arquitecto Javier Vera.
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CONSTRUCCIÓN
La obra inició en marzo de 2014, y en cinco meses se concluyó el casco habitable, financiado por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Una vez agotado este presupuesto, la estrategia para culminar algunos acabados y generar la apropiación simbólica del espacio, consistió en hacer faenas de trabajo comunitario.
La construcción tenía más de 30 años, y no estaba preparada para albergar comensales, pues se había diseñado como una gran cocina. El techo de calamina estaba ahuecado, las estructuras carcomidas y las instalaciones colapsadas. El trabajo consistió en reorganizar todos los espacios para mejorar la funcionalidad y diversificar usos que puedan ser colectivos. Para ello se reemplazó toda la estructura existente por una nueva que soportara un segundo piso, y se renovaron todas las instalaciones de agua, desagüe y electricidad además de instalarse una cisterna.
“Se creó un biohuerto para que las señoras planten sus propios insumos y empleamos material reciclado como accesorios de refrigeradora, hornillas de cocina vieja y manubrios para crear unas rejas”, señala el arquitecto Vera.
El comedor era una infraestructura de hace 30 años de un solo nivel que no estaba acondicionada para recibir comensales. Ahora es un local comunal que alberga al mismo comedor, pero cuyo segundo piso está acondicionado para recibir en una segunda etapa a una biblioteca y una sala de usos múltiples.
TRABAJO COMUNITARIO
Fueron cinco domingos en los que las señoras, artistas, arquitectos, vecinos del barrio y amigos de otros lugares de Lima pusieron su conocimiento y sus manos como parte de un solo equipo, organizado en grupos de pintura, carpintería y limpieza. Para otros acabados, se motivó a diferentes vecinos (esposos, hijos, amigos de las señoras) que aportaron a la causa común con mano de obra gratuita.
El trabajo conjunto terminaba con presentaciones artísticas y compartiendo almuerzos preparados especialmente por las señoras para todos los participantes, que continuaron con el intercambio de ideas y la proyección para mejorar el proyecto.
Durante la construcción las señoras siguieron atendiendo al público en un local que alquilaron, a la vez que se organizaron para asumir la labor de vigilancia diurna y nocturna de la obra. Algunos vecinos jóvenes trabajaron como ayudantes.
Después de las jornadas de trabajo comunitario se hizo la mudanza y las señoras ocuparon el espacio renovado, que continuó implementándose con financiamientos conseguidos gracias al convenio entre Citio y la ONG Foro Nacional Internacional (FNI), que se destinaron a los acabados eléctricos, las ventanas, la reja principal, la escalera, y el equipamiento completo de la cocina. Esta institución también está capacitando a las señoras para las mejoras en el servicio a través del proyecto Mikuydad, que busca convertir esta experiencia en un piloto replicable en otras zonas de Lima.
Se espera que las mejoras del espacio y las capacitaciones, ya en esta etapa, permitan ampliar el número de raciones sociales para los vecinos más necesitados, mejorar el menú diario manteniendo el precio y ofertar un menú de mayor precio para quien quiera pagarlo, de manera que se genere cierta utilidad que permita no solo mantener la infraestructura, sino también promover y apoyar actividades culturales y educativas para todos los vecinos.
Participaron en este proceso las señoras socias del Comedor que aceptaron convertir su local en un espacio comunitario abierto al barrio que brinde otros servicios; los artistas de La Gran Marcha de los Muñecones aportando ideas en los talleres, trabajando duro en las jornadas y siempre motivando y nutriendo a los vecinos, y los arquitectos de CITIO, que dirigieron e impulsaron el proceso, acompañados por las becarias de la Universidad Politécnica de Madrid, que además financió la obra gruesa. También participaron los trabajadores de NN Arkitektos y voluntarios de diversas zonas de Comas y Lima.
Finalmente, se supo que gracias a un convenio, el año pasado se realizó el Taller Barrio-Ciudad en la Diplomatura de Habitabilidad Básica para la Inclusión Social de la FAUA-UNI. “Tres equipos de trabajo han empleado la información que teníamos avanzada y lo profesionalizaron con mayores ideas, fortaleciendo el proyecto”, puntualizó Vera.
Publicado en Ed. 33 revista Proyecta. Lima-Perú.
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