Por: Ing. Ernesto Maisch Guevara
Se menciona que, después de El Cairo, Lima es la ciudad más grande del mundo situada en un desierto. Se olvida señalar que mientras El Cairo está a las orillas del Nilo, uno de los ríos más grandes del mundo, Lima se encuentra a orillas del Rímac, un irregular torrente andino. Lima es pues la ciudad más grande del mundo situada en una zona de bajos recursos hídricos.
La cuenca del Rímac es pequeña, en gran parte seca y de pluviosidad moderada en el resto de ella, de modo que abastecer de agua a una gran urbe ha constituido un verdadero desafío que la ingeniería peruana ha sabido afrontar con las siguientes medidas:
– Se tomó control de numerosas lagunas de la altiplanicie de la cuenca (puna), evitando su rebose durante el periodo de avenidas para descargarlas regularmente durante el periodo de estiaje.
– Se amplió la capacidad de almacenamiento encimando sus bordes, profundizando su descarga o ambas medidas a la vez.
– Se aumentó el área tributaria a las lagunas con canales interceptores de las precipitaciones pluviales en las laderas vecinas a la cuenca de cada una de ellas.
– Se transvasó agua mediante un túnel trasandino de la cuenca del río Mantaro, perteneciente a la hoya amazónica que alimenta al río más caudaloso del mundo.
– Se construyó un embalse regulador en el río Blanco, tributario del Rímac por la margen izquierda. Este tributario es de menor pendiente, lo que permite la construcción de tales embalses, destinados a almacenar excedentes del periodo de lluvias para descargarlos en el periodo de estiaje.
– Se aprovechó la gran capacidad de almacenamiento de la formación aluvial de gran potencia que rellena el valle del Rímac. Esto se logró parcialmente mediante numerosos pozos tubulares profundos y favoreciendo la recarga del acuífero con las aguas de las crecientes del Rímac y del Chillón. La recarga se hace a través del lecho de estos cauces, ensanchados y habilitados para aumentar el área útil de infiltración.
– Se distribuyó el costo de captación de nuevas fuentes entre los sectores Energía y Agua.
Aún falta:
– Construir canales interceptores de las laderas vecinas para ampliar la cuenca tributaria del embalse del río Blanco, tal como se ha hecho con las lagunas naturales.
– Hacer el escalonamiento del Chillón, Rímac y Lurín para cambiar el régimen torrencial de estos cauces en régimen fluvial.
– Afianzar el abastecimiento de agua durante la temporada de huaycos, desviando la descarga del torrente Huaycoloro hacia aguas abajo de la bocatoma de La Atarjea, en una primera acción y completar la cadena de hidroeléctricas para conducir, fuera de cauce, las aguas destinadas a las plantas potabilizadoras Huachipa y La Atarjea como solución definitiva.
– Usar las aguas servidas tratadas de la parte alta de la ciudad en áreas de acceso limitado, como las laderas inclinadas de los cerros.
A la par de aumentar la oferta se ha buscado disminuir la demanda de agua con las siguientes medidas:
– Instalando medidores domiciliarios y estableciendo una tarifa creciente, que penalice el desperdicio intradomiciliario del agua. El exceso de recaudación (sobre los costos de producción y distribución) se utilizarán en subsidiar el consumo básico y cubrir costos de ampliaciones.
– Obligando a recircular el agua de uso industrial, de las fuentes ornamentales y de las piscinas.
– Exigiendo el regadío de parques y jardines por aspersión.
– Estableciendo un rígido programa de detección y corrección de fugas en la red de distribución.
– Haciendo una intensa campaña publicitaria para concientizar a la población de su deber moral de no desperdiciar el agua y a los clientes, responsables de las conexiones domiciliarias, de la estructura tarifaria, que subsidia el consumo básico, cobra costo neto al consumo normal y recarga el exceso de consumo.
La reducción de la demanda es imperativa dada la limitada disponibilidad de recursos hídricos. En el caso del agua no es aplicable la fijación del precio en función de la relación demanda/producción, por tratarse de un elemento vital para el ser humano, por lo cual el abastecimiento de agua a una población no es propicia para la actividad privada, bastando con asegurar la eficacia de la administración estatal o municipal.
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