El trabajo en espacios compartidos facilita la interacción, genera sinergias y brinda nuevas oportunidades tanto a empresas como trabajadores independientes de diferentes rubros. Bajo esa idea funcionan las oficinas de Comunal Coworking en Barranco, en un local de casi 500 m2 lleno de elementos lúdicos, donde cada persona aporta un poco de su identidad para darle vida.
El proyecto Comunal Coworking estuvo a cargo del estudio de arquitectura DA-LAB, con la colaboración de Sed Estudio en el diseño gráfico y el estudio artístico Hermanos Magia para los murales. El resultado es un espacio con zonas comunes y de trabajo muy recreativas, con ambientes de gran valor estético.
El socio y co fundador de Comunal Coworking, Carlos Zuzunaga, explica que el proyecto nace a raíz de tres ideas básicas: Solucionar el problema de oficinas para las empresas pequeñas y trabajadores independientes con precios más accesibles, facilitar la parte administrativa y, por último, crear un sentimiento de comunidad y de pertenencia entre quienes integran los espacios, dando lugar a interrelaciones y proyectos en conjunto.
Zuzunaga comenta que en el Perú existe muy poca oferta de oficinas que les permita a las empresas ir creciendo a su ritmo, ya que un espacio muy pequeño puede quedar corto en cualquier momento, mientras que uno grande puede ser complicado desde un punto de vista financiero. Por otro lado, afirma que en varias ciudades de Estados Unidos es muy común el sistema de coworking, por lo que se decidió implementarlo en Lima.
“Comenzamos con un espacio de 200 metros cuadrados y ahora tenemos casi 500 dentro del mismo local, y aparte estamos próximos a abrir una oficina de 650 metros cuadrados en Miraflores. Actualmente, trabajan 80 personas en la oficina de Barranco, entre empresas y freelancers. Todos tienen ocasión de encontrarse y entablar contacto, cosa que no tendrían en otro ambiente de trabajo”, asegura.
DISEÑO
El concepto desarrollado por DA-LAB diferencia dos espacios dentro del local. El primer piso cuenta con espacios libres, recepción, salas de reuniones, una cocina grande, terraza, una pequeña biblioteca y nichos de lectura. Es en estos espacios donde la gente se encuentra e interactúa. En el segundo piso se encuentran las áreas de trabajo, donde actualmente se han dispuesto 60 espacios. En el tercer piso funciona una sola empresa con 18 trabajadores.
“De los 200 metros cuadrados de la primera planta, 150 son áreas comunes, y el mismo flujo de gente facilita el encuentro. Por ejemplo, contamos con tres escaleras, que desde un punto de vista arquitectónico no es óptimo, pero sí es bueno si lo vemos como una oportunidad para crear espacios de interacción”, afirma Zuzunaga.
Para la parte de mobiliario se planteó una idea de sobriedad. En las zonas de trabajo, se instalaron mesas de triplay fenólico beige y sillas ergonómicas traídas de Europa. “Algunas personas notaban un ambiente un poco pálido, pero no sabían que ellos mismos iban a traer diferentes elementos que le iban a dar vida al espacio. Eso se nota cuando vemos posters en las paredes, objetos de diferentes colores, entre otros elementos”, asegura.
Para diseñar la planta baja hubo más libertad y se implementaron varios elementos, como un pequeño jardín artificial con asientos de madera y cojines, almohadones en las áreas de lectura, un pequeño estacionamiento de bicicletas, entre otros. Carlos Zuzunaga indica que el local propicia una buena iluminación natural, lo que permite ahorrar energía eléctrica durante el día.
Más en revista Proyecta Ed. 34.
Discusión sobre la noticia