El colegio “Los Ángeles del Edén” se ubica en la selva central peruana, en el límite de San Martín de Pangoa y Mazamari. Esta obra significó un reto no solo por el presupuesto limitado sino también por una disputa política de territorio. La institución educativa contó con el apoyo del centro poblado a través de faenas y materiales artesanales y aún puede complementarse con un colegio secundario que está siendo trabajado por la Asociación Semillas para el Desarrollo Sostenible dirigida por la arquitecta Marta Maccaglia.
El colegio se sitúa en el centro poblado “Los Ángeles del Edén”, ubicado en el distrito de San Martín de Pangoa, en la región Junín y en el corazón de la zona del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) en la selva central peruana. Al situarse específicamente en el límite con el distrito de Mazamari, el territorio es objeto de una disputa política de límites entre las dos localidades contiguas, lo que conllevó a ciertas dificultades en la etapa de ejecución.
ANTECEDENTES
En el año 2014 se definió el proyecto para una institución educativa inicial que albergaría 30 niños. El diseño del centro educativo, realizado por los arquitectos Paulo Afonso y Marta Maccaglia, se basó en un estudio de su ubicación y orientación del sol para buscar un mejor aprovechamiento.
Posteriormente, la Asociación Semillas para el Desarrollo Sostenible y la Asociación VSP Generaciones presentaron este proyecto a la cooperación internacional. Este fue aprobado con un financiamiento de aproximadamente US$ 30,000, otorgados por la Costa Foundation y Charico.
El colegio “Los Ángeles del Edén” se compone de un volumen compacto con un techo con un solo alero. Los muros se dejaron con ladrillos caravista y fueron pintados con una mezcla de cemento de cola y ocre. Una de las particularidades del proyecto es su serie de ventanas pivotantes hechas con paneles delgados de fibrocemento, que fueron pintadas de diferentes colores para darle un carácter más lúdico
DESCRIPCIÓN
El programa de la escuela inicial se desarrolla en un volumen compacto para optimizar los flujos y los espacios. La edificación se ubica en la parte sur del lote donde hay una mayor resistencia de suelo. El módulo escolar consiste en dos aulas de clases, servicio higiénico para niños: uno de hombres y otro de mujeres, un servicio higiénico de profesores, una pequeña área de cocina y un patio cubierto de uso múltiple (espacio de juego y comedor) que se conecta a las aulas por un amplio pasillo también cubierto.
Al interior de las aulas se cuenta con cuatro rincones temáticos: Audiovisual (donde los niños trabajan con instrumentos musicales así como otros sonidos y elementos visuales que ayudan a su percepción visual); Psicomotor (espacio dedicado al desarrollo de habilidades psicomotoras), el Rincón del Invento (desarrollo de actividades que fortalecen la creatividad e imaginación); y el rincón Mi Hogar (espacio donde se reproduce un medio ambiente hogareño). Estos tipos de implementos los van desarrollando los profesores en colaboración con los padres de familia.
Estructura: La infraestructura posee un basamento en hormigón y la estructura principal está compuesta de ladrillos artesanales hechos con tierra del lugar, los que fueron dejados expuestos. Los muros fueron pintados con una mezcla de cemento de cola y ocre, que además de costar la mitad de una pintura convencional, posee un tono similar a la tierra y conserva el aspecto artesanal.
La obra posee una cubierta compuesta de estructura de madera, vigas de madera nogal, una capa de caña chancada (trabajo realizado con niños y padres) que funciona como cielorraso y luego una calamina de microcemento. En las capas laterales se colocó policarbonato. El techo posee un único alero que permite ventilación cruzada.
“Es un modelo parecido al de la escuela en Chuquibambilla. No estamos a favor de copiar y pegar, pero sí de adaptar un modelo que nos funciona a las condiciones propias del lugar. En este caso el alero más alto está hacia sur porque la ventilación viene desde norte. Además, el hecho que el alero más bajo se encuentre al norte hace posible protegernos de las lluvias”, detalla.
Posee como particularidades del proyecto una serie de ventanas pivotantes hechas con paneles delgados de fibrocemento que son pintadas de diferentes colores para darle un carácter más lúdico. Estos son utilizados por los niños para colocar sus trabajos.
El mobiliario del centro educativo fue trabajado con un carpintero de la comunidad. “Una de las situaciones que se da en estos procesos, es que si existe un carpintero local se trabaja con él. De esta forma adquiere capacidades y nosotros también aprendemos de él. Por ende, vamos creciendo de la mano”, señala la arquitecta Maccaglia.
Parque infantil: En el lado sur del lote se desarrolló un pequeño parque infantil, recabado de materiales reciclados como llantas y palos de desmonte de la obra. Para hacerlo se convocó a vecinos y voluntarios que trabajaron durante una semana para lograr un pequeño parque, un muro de contención y una escalera. “A nivel simbólico fue educativo tanto para nosotros como para la comunidad. Al inicio miraban con desconfianza que les pidiésemos llantas pero luego todos trabajaron en el proyecto porque les parecía interesante”, señala la arquitecta.
El presupuesto limitado con el que contó el proyecto tuvo apoyo de la comunidad que proporcionó madera y además trabajó en faenas comunitarias. Para el cielorraso de caña de bambú chancado, participaron madres y niños.
DIFICULTADES
El presupuesto para el proyecto era menos de US$ 30,000, que era limitado para una zona tan alejada y dado el sobrecosto de algunos materiales como el hormigón, que garantizaba seguridad al proyecto frente a un sismo. “El costo se amortiguó gracias al aporte comunitario con madera que nos proporcionaron, ladrillos artesanales hechos con tierra, cielorraso de caña de bambú chancada y las mismas faenas comunales”, destaca la arquitecta.
Sin embargo, el presupuesto no era la única dificultad del proyecto. Su ubicación en medio de una zona disputa de límites entre Mazamari y San Martín de Pangoa originó algunas dificultades en la etapa de ejecución puesto que la mitad de los habitantes del centro poblado “Los Ángeles del Edén” pertenecía a un distrito diferente y mantenía celos de los proyectos del otro. “En el momento que tomamos el proyecto recién nos enteramos de ese conflicto. Con ese problema usualmente uno se escaparía, pero nosotros estamos luchando para promover otro proyecto para esta comunidad”, menciona.
Este proyecto es la escuela secundaria, la cual existe en la actualidad pero no cuenta con las condiciones adecuadas para la enseñanza. Para ello, la Asociación Semillas para el Desarrollo Sostenible realiza talleres con alumnos, profesores y autoridades a fin de lograr un proyecto consensuado. “Queremos que estén unidos por sus hijos y la educación, comprometidos en un sistema de cooperación donde cada uno de una semilla. La reflexión que hacemos con los donantes es generalmente: ¿dónde es más complicado hacer un proyecto? Y la respuesta es donde nunca se hace un proyecto. Por ello nuestro reto es no dar la espalda sino trabajar”, destaca la arquitecta.
FICHA TÉCNICA
Proyecto: Institución Educativa Inicial “Los Ángeles del Edén”. Ubicación: Centro Poblado “Los Ángeles del Edén”, Distrito de Mazamari/Pangoa, Provincia Satipo, Región Junin. Año: 2014. Arquitectura: Marta Maccaglia, Paulo Afonso. Colaboradores: Carlos Ramos. Obra patrocinada por: Costa Foundation, Charico. Gestión y Cooperación: Asociación VSP Generaciones, Asociación Semillas para el desarrollo sostenible. Colaboración: Pobladores en general. Área construida: 125 m2. Constructor: Ángel Javier García Paucar y comunidad. Carpintería: Elías Martínez Ramos. Fotografía: Marta Maccaglia, Paulo Afonso.
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