Ya estamos en la recta final de lo que es la contienda electoral. Nos esperan cinco nuevos años, que esperamos sean mejores de los que estamos dejando atrás. En realidad se acaba la primera parte de esta lucha por el sillón presidencial, pues como va la “pelea” no habrá ganador en primera vuelta, sino en segunda.
La coincidencia de planes son notorias como ya hemos dicho en anterior oportunidad. Pero el problema es cómo ejecutarán todo lo que ofrecen en campos, que de verás necesitan inversión con urgencia. En ese entorno, la construcción no es ajena. Su impulso, a través de nuevas infraestructuras, de todas maneras hará crecer al país generando trabajo, más obras y mejor calidad de vida.
Los equipos y grupos, entonces, también son importantes. El país necesita experiencia y eficiencia, con profesionales que hayan trabajado y conozcan el sector público, pero que también conozcan el desarrollo del sector privado, ese que en los últimos años han apoyado el crecimiento del país y que en los últimos tiempos ha visto mermada su participación por problemas, a veces, ajenos a su voluntad como la burocratización del aparato gubernamental.
La lista de proyectos en cola es larga. Y es acá, donde el derecho de acción de los gobiernos en todas sus instancias, se tendrá que comunicar para evitar malos entendidos. Sabemos que la autonomía municipal prima sobre muchas cosas y tiene que ver con la capacidad que tienen las municipalidades para decidir, bajo su responsabilidad, todo lo referente a la organización de su jurisdicción territorial, es decir, en fijar sus políticas de acción (planes y programas) y de inversión en forma independiente del Poder Ejecutivo. Por ello, la concertación de acciones y cómo se logrará incentivar la inversión pública a lo largo del país será determinante.
Los planes en corto, mediano y largo plazo, enmarcado dentro de una planificación macro también es prioritaria. ¿Cómo andar sin un derrotero? Parece ser una tarea difícil ya que sobre este tema se habla, se habla y se sigue hablando desde hace años. Cada provincia y municipalidad deberían tener sus planes urbanos a futuro, ya que si se proyecta incentivar el sector construcción a través de vías interprovinciales, rurales, vecinales; así como la edificación inmobiliaria, espacios públicos y más, hay que saber qué más se podrá ubicar junto a estas nuevas obras, de lo contrario la expansión no planificada puede ganar espacio continuando con lo que siempre criticamos: el desorden, el caos y la informalidad, que al final le cuesta más al Estado.
Las soluciones, además, deben considerar las tendencias mundiales en innovación. No podemos estar ajenos a la construcción verde y ecosostenible, las energías alternativas aprovechando los recursos naturales, las industrias no contaminantes, los nuevos sistemas constructivos que acortan los tiempos y mejoren las obras, la agilización de trámites y la desburocratización, entre otras.
Hemos escuchado las propuestas y todas apuntan a un Perú mejor. Eso esperamos. No es posible seguir comentando de bonanza económica peruana, cuando todavía existen miles de compatriotas en extrema pobreza, sin agua, en viviendas vulnerables, con vías que los acercan a sus centros poblados, pero que colapsan a la menor fuerza de la naturaleza. Profesionales de la construcción hay una gran tarea.
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