Recientemente, un estudiante vietnamita de apenas 17 años inventó una máquina que, asegura, es capaz de convertir agua salada en agua dulce. Con su creación, el joven busca ayudar a personas que viven en zonas afectadas por las constantes sequías, empleando un método amigable con el medio ambiente, que aprovecha la energía solar.
Nguyen Tan Loi cursa el undécimo grado en la Nguyen Dinh Chieu High School, que en esta parte del planeta equivale a la secundaria. Pese a su corta edad, el joven asegura haber recorrido la zona costera de su país, donde la mayoría de personas necesita ahorrar cada gota de agua dulce debido a la escasez.
En vista de la problemática, se juntó con un compañero de la escuela para trabajar en un primer prototipo para desalinizar el agua. Sin embargo, el invento no tuvo el resultado esperado, ya que el agua no podía alcanzar la temperatura requerida o no se condensaba lo suficiente. Luego de una serie de pruebas, afinó los detalles de una máquina eficiente.
El dispositivo mejorado fue presentado en el Nguyen Dinh Chieu High School, en la ciudad de Ben Tre, en enero de este año. Si bien se observó un funcionamiento óptimo, Tan Loi comenta que su intención es trabajar en máquinas para una próxima generación, a fin de darles una mayor capacidad.
EN BUSCA DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
“La primera máquina tiene poca capacidad, ya que solo cuenta con un tubo de vidrio. Solo puede proporcionar suficiente agua para beber. Tengo la intención de crear una máquina con siete tubos de vidrio que puede procesar hasta 30 litros de agua al día. Este proyecto va a ser muy útil en la vida diaria de la gente”, asegura el estudiante.
Respecto a los costos de producción, Tan Loi señala que su invento va dirigido especialmente a pobladores de bajos recursos que viven en zonas rurales, y que será lo suficientemente barato para que ellos puedan pagarlo. Por ello, si se logra industrializar su producción, podría ser adquirido a menos de US$ 45.
Según el profesor Truong Huu Dung, quien guió a Tan Loi para la implementación del proyecto, las mejoras de la unidad se centran en mecanismos de retención de calor y de destilación, por lo tanto tiene mayor capacidad que en su primera versión. No obstante, asegura que la idea es llegar a una fase de producción industrial.
La máquina se compone por tres partes principales: la primera consta de tubos de vidrio al vacío que sirven para la ebullición del agua salada, y tienen capacidad para absorber hasta 93% de la energía solar para calentar el agua.
La segunda parte consiste en un pequeño tanque en forma de T útil para el aislamiento, y fue elaborado a partir de materiales plásticos resistentes al calor. Finalmente, el aparato incluye un tanque adicional para la destilación del agua, hecho con cristal de 8 mm.
EL RETO DE LA DESALINIZACIÓN
Mediante la desalinización, se eliminan la sal y los minerales del agua para que su consumo no represente riesgo para los humanos. Estos procesos se realizan por lo general en grandes plantas desalinizadoras, a través de operaciones que han sido criticadas por sus elevados costos y sus repercusiones negativas para el medio ambiente.
El 97% del agua en el planeta es salada, y apenas el 1% es apta para el consumo. Es por ello que conseguir potabilizar este recurso parece ser la solución más inmediata a la sequía que azota a muchas partes del mundo.
Sin embargo, el reto de desalinizar el agua bajo condiciones más favorables ha empezado a tomar forma en los últimos años. La BBC refiere en un informe reciente que los costos han ido reduciéndose gracias al uso de nuevas tecnologías, y que la desalinización empieza a ser tomada en cuenta en cada vez más países.
El medio inglés toma como ejemplo la planta desalinizadora de Tel Aviv (Israel), considerada como la más grande del mundo, que será ampliada en un corto plazo para lograr una producción más amplia. Ello facilitará la obtención de 624 millones de litros de agua potable al día, y la venta de 1,000 litros por US$ 0.70.
El proceso tradicional consiste en extraer el agua salada, hervirla y luego recoger el agua evaporada como destilado puro. Ello requiere de gran cantidad de energía, que puede ahorrarse si las plantas industriales que producen calor durante su funcionamiento prestaran el servicio. Es por ello que en los países árabes se ha comenzado a instalar desalinizadoras junto a plantas energéticas.
Muchas personas alrededor del mundo han trabajado en dispositivos pequeños para desalinizar el agua, que por lo general funcionan en base a la energía solar. Algunos se han animado a compartir sus iniciativas, e incluso dan a conocer sus métodos para que puedan ser replicados.
INICIATIVAS INDIVIDUALES
Al igual que Nguyen Tan Loi, muchas personas en todo el mundo han trabajado en dispositivos para desalinizar el agua en una menor escala, que por lo general tienen como base la energía solar. Algunos se han animado a compartir sus iniciativas, e incluso dan a conocer sus métodos para que puedan ser replicados.
Tal es el caso del investigador peruano David Alejandro Salas, quien creó en 2015 un desalinizador solar que se alimenta con energía marítima. Su dispositivo es capaz de seguir el recorrido solar en forma automática, desde su nacimiento hasta su puesta, sin importar la estación del año. Así, logra separar la sal del agua, y la convierte en potable o de riego.
El dispositivo cuenta con una bomba de agua que trabaja de forma automática, una olla solar que sirve como caldero separando la sal por evaporación, y un seguidor solar. La iniciativa le valió a Salas un premio especial en el XIII Concurso Nacional de Invenciones, organizado por Indecopi y Concytec el año pasado, en la categoría de “mejor impacto social”.
Un par de años atrás, una investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajó en unas casetas plásticas tipo invernadero que logran captar y concentrar energía del sol, con las cuales desalinizó unos 60 litros de agua y pudo potabilizar hasta 5 litros. El método, como en los casos anteriores, es sencillo y de bajo costo, y está orientado a abastecer a las comunidades mexicanas más afectadas por la falta de recursos.
Por su parte, el diseñador italiano Gabriele Diamanti inventó en 2008 un desalinizador al que denominó “Eliodoméstico”. Su funcionamiento consiste en llenar una parte del dispositivo con agua salada durante la mañana. La temperatura y presión generada por la luz solar hace que el vapor descienda a través de un tubo, produciendo agua desalinizada.
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