Por. Urb. Erick Reyes. Director Regional – Lima
Sociedad de Urbanistas del Perú
Según información de la Sociedad de Urbanistas del Perú, Lima, la ciudad capital pierde cada año más de US$ 6,000 millones, producto de la congestión y sus externalidades.
En una ciudad de cerca de 10 millones de habitantes, más del 80% de las personas usan transporte público, pasando en él hasta cuatro horas diarias, expuestos al efecto nocivo del monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno, lo que acorta las expectativas de vida de la población. Además son víctimas del stress ambiental que resta calidad de vida, afectando su estado de ánimo y disminuyendo su productividad laboral.
Sin embargo, mientras no exista en Lima un “Transporte Público de Calidad”, seguiremos en un círculo pernicioso, donde el uso del automóvil particular y los taxis, seguirán presentándose como alternativas tan individualistas como legítimas. Esta situación incrementará día a día aún más la congestión, configurándose el escenario perfecto para quienes ven en el caos, la oportunidad inigualable para hacer negociazos, con el único apetito de engrosar sus billeteras, construyendo efímeros paliativos de falso efecto placebo y de comprometido impacto mediático.
En este contexto, lejos de una auténtica solución y sin nada de ánimos ni capacidad por planificar la Ciudad, Lima Metropolitana va adquiriendo un paisaje cargado de egos ingenieriles y del brutalismo contemporáneo de baipases, vías expresas, ensanches e incremento de carriles en las vías urbanas, en desmedro de los espacios públicos, las áreas verdes, el medio ambiente y la seguridad de los peatones. Bajo una administración municipal, que tratando de definirla, trae a la mente la letra de una canción “…bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda”, hit de la cantante colombiana Shakira.
Hoy Lima cuenta con el Metropolitano y la Línea 1 del Metro de Lima. También se vienen implementado los Corredores Complementarios y se encuentra en plena construcción la Línea 2 del Metro de Lima. Pero si bien estos sistemas son una apuesta importante del Estado en la búsqueda de solucionar el caos del transporte, lamentablemente estos no han sido concebidos como Transporte Público de Calidad, ¿O a quién le gusta hacer colas interminables para viajar apretado como sardina, sofocado por el calor, respirando los hedores ajenos y expuesto a que lo bolsiqueen o le falten el respeto?, pues creo que nadie que pueda evitar esta peregrinación se inmolará en esa travesía, y seguirá viajando en su carrito o tomando taxi.
Entonces, reconociendo las bondades y características técnicas de los sistemas Metro y los sistemas BRT, es preciso acotar que el problema radica principalmente en la visión del servicio que se quiere ofertar y la sectorización del público objetivo.
Tanto el Metro como el Metropolitano han sido concebidos como sistemas cuya única ventaja es la reducción del tiempo de viaje brindada a los usuarios, afirma el especialista.
Lamentablemente, tanto el Metro como el Metropolitano han sido concebidos como sistemas cuya única ventaja es la reducción del tiempo de viaje brindada a los usuarios, pues con el argumento de garantizar su sostenibilidad económica, la densidad de ocupación proyectada en los vehículos de ambos sistemas, obliga a que en un metro cuadrado deban viajar paradas seis personas. Lo que en la práctica es muy difícil delimitar y en muchos casos se supera largamente esta densidad de ocupación, llegando a registrarse en días de alta demanda, hasta 10 pasajeros por metro cuadrado. Esto evidentemente deteriora la calidad de servicio de estos sistemas, fundamentalmente por cuestiones antropométricas y de invasión de nuestra “zona social”. Para quienes discrepen con esta apreciación, los invito a hacer el ejercicio e intentar parar en un metro cuadrado a seis personas adultas.
GASTO O INVERSIÓN SEMANAL. Por otro lado, considerando que en promedio el usuario de taxi en Lima gasta 80 soles a la semana, mientras que quien prefiere el auto particular, solo en combustible gastará aproximadamente 100 soles en el mismo periodo de tiempo, sin mencionar el costo de estacionamiento ni el de mantenimiento del vehículo; podemos apreciar, que los usuarios del automóvil tienen la capacidad de pagar por un viaje confortable, sin embargo, no hay una oferta de transporte público que pueda presentarse como competitiva o siquiera atractiva, coherente a los estándares de calidad de servicio al que este segmento del mercado está acostumbrado.
Esto se evidencia, en los altos niveles de congestión que se presentan en las avenidas Javier Prado y Paseo de la República, que son producto de la alta concentración de automóviles y no tanto por el transporte público; pues, pese a que en el primer eje se ha puesto en marcha uno de los Corredores Complementarios y en el segundo se encuentra implementado, desde ya algunos años, el Metropolitano; existe una gran parte de la demanda dispuesta a pagar por un servicio de calidad, para los cuales estos sistemas no les representan una alternativa de viaje. Siendo precisamente estos, los que en hora punta convierten en grandes playas de estacionamiento las principales arterias de la ciudad.
Entonces, luego de esta reflexión, queda claro que proyectar sistemas de transporte públicos que no brindan un servicio de calidad, nunca resultarán atractivos o inclusivos para las personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, niños, personas con bebes en brazos, personas en sillas de ruedas o simplemente personas en traje y corbata que deben trasladarse a sus oficinas; estableciéndose un universo muy amplio de demanda potencial que seguirá prefiriendo movilizarse por la ciudad en autos particulares o taxis.
¿SEIS PASAJEROS POR M2?. Pese a ello, a la fecha se vienen desarrollando los respectivos estudios de las líneas 3 y 4 del Metro de Lima, donde lamentablemente se sigue usando el parámetro de densidad de seis pasajeros por metro cuadrado, cuando en otras ciudades como Barcelona o Santiago de Chile, los sistemas de transporte se proyectan para operar con una densidad máxima de ocupación de vehículos de 4.5 pasajeros por metro cuadrado, privilegiándose la accesibilidad universal y la intermodalidad, bajo el concepto de que el transporte público es un “Servicio Público” que debe ser garantizado por el Estado y no una actividad comercial lucrativa, donde se busca maximizar los ingresos de quien explota el sistema o ha encontrado en la operación de estos modos de transporte un nada despreciable negocio. Solo basta hacer unos cuantos números, para notar que todo el sistema de transporte público de Lima y Callao, representa un ingreso anual que supera los US$ 2,000 millones.
Como se puede advertir, el futuro no es alentador para nuestra ciudad capital, pues por un lado tenemos una gestión municipal que venera el concreto, y por el otro, sistemas de transporte que no responden a la calidad de servicio requerida para atraer a los usuarios del automóvil.
Esperemos que más temprano que tarde, nuestras autoridades entiendan que la solución al caos de transporte, tiene más componentes que la mera construcción de infraestructura. Debe quedar claro, que el transporte es la expresión dinámica de las actividades urbanas, por tanto, su solución está más en el manejo o gestión integral de la zonificación y la localización de los usos de suelo. Pero fundamentalmente el concepto que debe integrarse en el actuar de nuestras autoridades, es el de garantizar la movilidad de las personas y no la de los vehículos.
De nosotros depende el futuro de nuestra ciudad, si seguimos siendo indiferentes ante esta realidad, terminaremos convirtiéndonos en cómplices del colapso urbano de Lima y heredemos a nuestras generaciones venideras una ciudad sin calidad de vida. Es momento de unirnos y alzar la voz de protesta, la sociedad civil organizada debe mostrar su disconformidad con el actuar de nuestros gobernantes de turno y exigir que la gestión de la ciudad capital responda a una coherente planificación integral, que garantice su sostenibilidad ambiental, social y económica.
Publicado en revista Proyecta Ed. 42.
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