En CasaCor 2016, los arquitectos Claudio Solari y Mónica Bazo presentaron el proyecto “Jardín de la Casa”, realizado en un área de 450 m2 en el patio trasero de la Casa Mujica. El concepto fue crear un espacio no solo contemplativo sino también habitable, evocando emociones.
El proyecto parte de respetar aspectos originales de la casa, por ejemplo, el diseño en cruz de los pasajes del piso que atraviesa gran parte del espacio y que tiene en su centro una pileta, para crear un jardín sostenible donde priorizan especies nativas que se adecuan correctamente al suelo limeño y sobreviven adecuadamente con la humedad de la capital.
“Fue un reto para nosotros tener 450 m2 para un diseño paisajista donde se involucró un 20 por ciento de arquitectura en los espacios habitables dentro del jardín, en la búsqueda de generar sensación a partir del recorrido; así como en la exploración de un espacio exterior”, precisa Claudio Solari.
La pileta no es de tipo desbordante sino que se le aplicó un sistema que recircula el agua. Además se colocaron unas piedras del río Rímac que fueron talladas por el arquitecto Rafael Freyre, haciendo una alusión al uso sostenible del agua. De la misma manera, se mantuvo el piso original de la casa Mujica.
El diseño parte de respetar aspectos originales de la casa como la cruz en el suelo que atraviesa gran parte del espacio y que tiene en su centro una pileta. El jardín emplea plantas xerófitas y también otras de tonalidades que evocan la calma y la tranquilidad.
A partir de la pileta se configuró el diseño del jardín, primando un centro xerófito de plantas azul índigo. A su alrededor se ha levantado un perímetro de árboles que ayudan a reducir la escala del espacio y a lograr que el centro focal sea la pileta. Para su iluminación se trabajó con fuentes de luz indirecta a fin de dar la impresión de calidez y resaltar las especies principales que ocupan el jardín.
“Fue difícil escoger la flora para el proyecto porque tenía que adaptarse a una propuesta. Este fue un proceso en el que se traslapó el proceso de diseño y de implementación, dándose el caso que algunas especies se tuvieran que adaptar al proyecto para conseguir el objetivo que estábamos buscando”, resalta el arquitecto.
Refiere que se trabajó con una paleta de colores que evoca la calma y la tranquilidad. “Están los colores áridos de estas mismas especies, no tenemos colores muy tropicales sino que nos trasladan al clima que tenemos: rojizos, verdes pálidos y también contamos con colores tierra en la elección del mobiliario”, explica.
En una de las esquinas, oculta entre los árboles se encuentra un deck de madera donde reposa una pequeña terraza y un espejo de agua. Su objetivo es redefinir la perspectiva del espacio.
Se conecta a él un balcón ambientado, mediante un pasillo donde cuelgan lámparas tejidas, también de colaboración del arquitecto Freyre. “Es un jardín a otra escala que por su ubicación, permite una perspectiva y una lectura rápida del trazado que se ha realizado en este espacio”, detalla.
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