Más de 25 años de trayectoria. Más de dos millones de metros cuadrados diseñados. Amplia oficina y 30 arquitectos en su staff. Cuando uno revisa sus trabajos podría imaginarse a un arquitecto mayor. Todo lo contrario. Empezó joven. Egresado de la Universidad Ricardo Palma en tiempos violentos y cuando muchos de su generación se fueron, él se quedó para hacer arquitectura. José Orrego, director de Metropolis, ha diseñado casi de todo, lo único que le falta en su portafolio es un museo, así nos cuenta.
Arquitecto Orrego ya tiene más de 25 años proyectando ¿recuerda cómo empezó? Cuando salgo de la universidad vivíamos una época bastante mala, era el gobierno de Alan García. Sin embargo, nos juntamos siete arquitectos recién egresados y alquilamos un oficina en la avenida Alcanfores, en el distrito de Miraflores. Tenía 40 metros cuadrados. Lo alquilamos para hacer la tesis y fue mi primera oficina compartida. En ese momento, con bastante entusiasmo tratamos de hacer cosas. Lo cierto es que era bastante difícil conseguir trabajo y lo único que pudimos lograr fue meternos en concursos. Recuerdo que con el grupo llegamos a ganar uno llamado Lima Sí Puede Cambiar. Era un concurso patrocinado por el Colegio de Arquitectos, el Ministerio de Vivienda y la Municipalidad de Lima. En ese entonces, el alcalde era Ricardo Belmont, que tenía una visión de cómo recuperar el Centro de Lima.
Una etapa inicial… Lo que me gustó mucho es que era una visión de optimista en un momento bastante pesimista, lo que nos motivó a tratar de hacer una mejor idea. Si bien es cierto nos juntamos para trabajar en algunos proyectos asociados entre los siete, cada uno tenía su plan personal dentro de la profesión de arquitectura. Nunca nos constituimos como una oficina asociada sino en una de proyectos donde nos juntábamos para hacer cosas. Cada uno manejaba su oficina y andábamos buscando la opción de trabajar solos o asociados.
¿Quiénes eran los seis arquitectos que lo acompañaban? Jean Pierre Crousse, Juan Carlos Doblado, Javier Artadi, Carlos Pestana (fallecido hace varios años), Gino Soracco y Antonio Rubio.
¿Todos chicos recién egresados? Todos éramos egresados de la universidad Ricardo Palma, sin embargo, deseábamos hacer nuestro proyecto propio. Además, por la época, algunos decidieron irse a completar sus estudios, hacer maestrías, como fue el caso de Jean Pierre, Gino y si no mal recuerdo Carlos Pestana. Al final, el grupo quedó entre Juan Carlos, Javier y yo. Juntos recibimos el encargo de hacer el parque de Miraflores durante la gestión de Alberto Andrade, luego de ganar el concurso que se convocó. En esa época nos entusiasmamos mucho pensando que íbamos a tener la oportunidad de hacer cosas por Lima .
¿Y sucedió? Bueno, el mismo Belmont nos invitó a participar dentro de la municipalidad, no se dieron las condiciones porque a nosotros no nos interesaba trabajar en la gestión pública, nos interesaba hacer proyectos y esa oportunidad nos la da Alberto Andrade. En ese momento el encargo específico, por un tema de seguridad, fue enrejar el parque de Miraflores. Eso nos pareció una locura. Entonces dijimos que no. Creímos que era una gran oportunidad para hacer un proyecto que sea un punto de encuentro, que sea un espacio de cultura para los vecinos.
Era una época conflictiva, ¿cuál fue el planteamiento? El problema de ese momento era que el parque Kennedy eran dos parques, pauperizados, lleno de ratas, sin luz y había problemas de seguridad. De allí la idea de enrejar. Entonces planteamos una gran alameda, elementos arquitectónicos que fueran representativos y que fueron muy discutidos en su momento. Propusimos diferentes espacios interiores, iluminación, paisajismo, la unificación de los parques, inclusive llegamos hacer una alameda de escultura que nunca se llegaron a colocar. Ese proyecto fue polémico. Alberto Andrade inclusive nos encargó atender un debate en el programa Fuego Cruzado donde tuvimos que atender las disyuntivas planteadas.
¿Cuantos años tenían? Tendríamos 25 o 26 años y Andrade nos soltó al ruedo. Nosotros estábamos convencidos de que era la mejor idea. Lo cierto es que era nuestro proyecto, pero se desvirtuaba porque había todo un trasfondo político. Al final de la historia, Alberto Andrade hace una primera etapa para sondear un poco como iba, vio que caminaba bien e hizo la segunda etapa, completó el parque y por esa obra fue reelegido con el 90 por ciento de los votos, un fenómeno que no se ha vuelto a repetir para ningún alcalde en todo el Perú. Luego, asociados, también llegamos a proyectar la Biblioteca Ricardo Palma, en la misma gestión municipal.
¿Y su primer trabajo independiente? Entre los primeros proyectos que hice fue Jardines de la Paz, era una gran oportunidad ya que era el primer cementerio privado. Hicimos la capilla y otras cosas. Otro proyecto fue Bohemia. También, con mi equipo, ganamos un concurso para hacer un Bembos que es el Bembos de ahora. Ya trabajamos más de 30 años con ellos haciendo locales en todo el país. Esa fue una forma en que yo ya empecé a tener un trabajo sostenido para crear mi propia oficina. Aún compartíamos espacio en principio con Juan Carlos y Javier. Fue mucho tiempo después que tuve oficina en forma independiente.
¿Así nace Metropolis, hoy con más de 25 años? Sí. Siempre tuve la visión de tener una de las oficinas más grandes y más importantes del Perú. No solo en prestigio sino en tamaño. Queríamos hacer cosas grandes para eso teníamos que tener una oficina que pueda responder a esos encargos. Metropolis ya viene trabajando más de 25 años en forma consistente.
¿Solo diseñan o también construyen? Nosotros no ejecutamos ningún proyecto solo diseñamos. Por ello, teníamos que demostrar que el diseño creaba valor para que nos siguieran llamando. Y quien más reconocía esto era el sector comercial, donde un buen diseño liga y eso ve reflejado directamente en sus ventas.
¿Se puede decir que diseña más comercio? Ahora estamos en un momento en que diseñamos mucho retail. A la fecha hemos hecho alrededor de 400 restaurantes a nivel nacional. También cines, tiendas por departamentos, en diferentes formatos, tiendas para autos, para artículos de construcción y más. Empezamos a trabajar diferentes categorías en todo este tiempo.
“Planteamos un proyecto que no solamente cumpla con las expectativas sino que sea un activo para el futuro”, comenta el arquitecto. En las fotografías el edificio de oficinas Skytower 757, el Alhambra Plaza Ecuador, el restaurante Panchita, Ayasha Bolivia, la clínica San Pablo Chacarilla y la casa Lineal.
RETAIL
¿Cuándo percibe el despegue del retail? El fenómeno de centros comerciales en Perú se remonta al año 2008 con el Jockey Plaza, que es un centro comercial moderno. Este hecho nos permite empezar y continuar. Hemos trabajado las ampliaciones del Jockey Plaza y en Larcomar hemos diseñado la remodelación completa. Esto nos ha dado una experiencia única para atender lo que creo es el nuevo ciclo inmobiliario: el uso mixto. Esta nueva generación de proyectos, tienen mucho retail, no solo son tiendas abajo o tiendas arriba sino que combina hotel con vivienda u hotel con oficinas. Entonces para hacer usos mixtos uno tiene que conocer muy bien la funcionalidad porque si no el proyecto falla, de repente una cosas funcionan y otras no.
Habla de funcionalidad ¿eso de qué depende? Cada concepto es una unidad independiente, hay que hacerlo convivir. Todo eso es parte de una experiencia que estamos desarrollando. Por eso hoy en día podemos decir que somos una oficina especializada en crear valor a través de la arquitectura. Cuando alguien nos busca tenemos muy claro que es para hacer algún tipo de negocio o para cumplir un objetivo definido. Inclusive cuando hacemos casas de alta gama, cuando hablamos con nuestro cliente sabemos que es un proyecto importante para la familia. Planteamos un proyecto que no solamente cumpla con las expectativas sino que sea un activo para el futuro, que no sea un proyecto tan optimizado que al final lo boten para vender el terreno como pasa mucho en Lima. Hacemos proyectos para que tengan valor en el tiempo. No es normal que un arquitecto tenga ese enfoque, porque uno intenta hacer un proyecto que destaque o una arquitectura de autor que también está bien, pero creemos que las cosas tiene que crear valor. En la arquitectura no podemos estar haciendo catedrales, tenemos que hacer cosas que realmente tengan una capacidad de revaluarse y eso es un tema que he tomado con el tiempo. Creo que es la única forma que el cliente reconozca que la arquitectura que nosotros hacemos es valiosa, además de cumplir y ser interesante e innovadora.
¿Cuál es la obra más grande que han trabajado? Los centros comerciales como Megaplaza o Jockey Plaza son los proyectos más grandes, sin embargo, actualmente estamos enfrentando proyectos superiores. Yo diría que las galerías es un nuevo fenómeno. Hoy estamos en Gamarra Plaza que es un proyecto que tiene 90 mil metros cuadrados y ya está en construcción. También tenemos El Hueco de 85 mil metros cuadrados. Lo que me gusta de ese tipo de retos, es que después que hemos pasado por retail, estamos aplicando lo que yo creo es el formato de mall peruano, que no solamente es hacer galerías, es trasladar conceptos de retail modernos y hacerlo más potente.
¿Cómo ha sido trabajar con la asociación de El Hueco? En general todos los clientes tienen su particularidad, parte del éxito de los proyectos es poder entenderlos y escuchar sus necesidades para poder dar una respuesta que sea efectiva.
EXTRANJERO
Arquitecto parece que vive el trabajo soñado. ¿A lo largo de estos años ha tenido algún bajón? Ha habido varios en realidad, es difícil estar encima de esto haciendo día a día.
¿Hubo algún momento en el que dijo me voy del Perú? Nunca. Siempre he estado convencido que no había que irse. Parte de la estrategia profesional es tratar de tener nuestro portafolio fuera del Perú para no depender necesariamente de la economía. En ese esfuerzo hemos logrado hacer algunas cosas en Bogotá, Colombia; en Ecuador donde tenemos un proyecto de centro comercial con oficinas de lujo en Samborondón, Guayaquil.
¿Cómo inicio esta experiencia con el extranjero? Arrancamos el año pasado con Promperú acompañando algunas misiones para empezar a trabajar en Bolivia y en sí estamos haciendo el esfuerzo de tener parte de nuestros contactos fuera del país, trabajando desde el Perú. Creemos en la política que tiene el Estado de promover lo que es exportación de servicios, nosotros lo estamos haciendo.
¿Cómo nació la idea? Todo esto viene dentro de las estrategias profesionales que tengo. Y no es que interese que solo a nosotros como oficina nos vaya bien sino que a todas las oficinas de arquitectura peruanas les vaya bien. En esa línea, en el año 2011, junto con el arquitecto Enrique Bonilla cansados de escuchar quejas de que las cosas no pasan, que los concursos igual, dijimos “hay que hacer algo” para tener presencia. Así como en Madrid Fusión se lanzó la gastronomía peruana, podíamos enfocar ese evento en la arquitectura internacional. Para nosotros la respuesta inevitable fue la Bienal de Venecia. Allí iniciamos esta aventura. Pensar cómo el Perú podría participar por primera vez en esa bienal. En el 2012 logramos convocar a 20 oficinas para participar por primera vez en esa exposición. No teníamos la menor idea de lo que significaba, pero lo hicimos con bastante éxito y esa primera experiencia nos llevó a formar la AEA que es la Asociación de Estudios de Arquitectura que hoy día agrupa a más de 50 estudios y ya tiene tres años en funciones.
¿Esa participación fue financiada por ustedes? Sí. Acá el Estado no nos iba a dar nada, así es que partimos de la premisa de que tenía que ser autofinanciada. Quienes participaban lo tenían claro y, en ese momento, la Fundación Wiese nos acompañó, nos compró la idea, nos ayudó con el auspicio y financió parte de la participación.
¿No se contrapone la AEA con las acciones del Colegio de Arquitectos del Perú? Para nada. Nosotros tenemos clarísimo que la institución que dicta y norma el quehacer de la profesión es Colegio de Arquitectos. La AEA es un complemento. Si hay 18 mil arquitectos colegiados no todos están dedicados al tema proyectual
¿Qué proyecto le falta hacer? El proyecto que me falta desarrollar es un museo. Mi tesis fue un museo y hace tiempo inclusive vengo buscado la oportunidad. Una de las cosas que yo quería hacer era un cementerio y ya lo hice, ahora la piedrita que me falta es el museo.
¿Cuántas obras tiene en el extranjero? Hemos hecho un edificio de oficinas importante en Colombia, un centro comercial con oficinas en Guayaquil, donde también hemos desarrollado tiendas por departamentos. En Bolivia estamos trabajando algunos proyectos de uso mixto. Esos son en realidad los tres espacios donde nos hemos desenvuelto. Siempre estamos buscando la posibilidad de cosas afuera.
¿El arquitecto tiene límites o diseña de todo? En mi caso diseño de todo. Yo intento ser diverso. Diseñamos cosas con espectro bastante amplio inclusive hemos desarrollado cosas como una línea de cerámicos para San Lorenzo, en algún momento para Roselló. Hemos trabajado en ampliaciones de aeropuertos acá en el Perú o, en un tema singular, como una central hidroeléctrica. Nos gusta buscar oficinas asociadas, nos gusta mucho trabajar con oficinas extranjeras y aprender un poco de su experiencia.
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