Por: Ing. Christian Gavila Raehmel
Gerente general de Acciona Agua
En Perú, los estudios de la Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) revelaron en el 2012 que de los más de 2.2 millones de metros cúbicos de aguas negras generadas en Perú, el 68% no recibe tratamiento. Tal contaminación afecta al mar, al medio ambiente y la salud pública, generando enfermedades como el cólera, la hepatitis, polio, diarrea, etc.
Sin embargo, una de las formas de preservar este recurso es mediante el tratamiento de aguas residuales, que permite reutilizar el agua luego de un proceso de purificación. Este mecanismo comienza separando los sólidos grandes de la corriente empleando un sistema de rejillas. Una vez que el agua tratada queda libre de basura, se puede devolver a su vertiente natural, ya sea un río, bahía o subsuelo, siendo una de las soluciones más importantes para procesar agua en los últimos años.
Por ello, el tratamiento de aguas residuales es un tema importante dentro del contexto del “Día Mundial del Agua”, que se celebra desde hace más de dos décadas a nivel mundial el 22 de abril, ya que por primera vez, el aporte a la sostenibilidad de los recursos hídricos es valorado.
Cabe resaltar que, en los últimos años, hubo un notorio incremento en el tratamiento de las aguas residuales en el país. Entre los proyectos más emblemáticos destacan las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR´s) de La Chira, con la que se ha alcanzado cerca del 100% de las aguas residuales tratadas en Lima; y La Escalerilla en Arequipa, distinguida por ser una de las más modernas en Latinoamérica y ser capaz de producir lodos provenientes del agua residual, que una vez tratados y deshidratados, se convierten en abono.
Actualmente, según la Superintendencia Nacional de Saneamiento (SUNASS), hay 173 PTAR´s construidas y en operación dentro del Perú. La capacidad hidráulica de estas plantas alcanza aproximadamente los 29,600 litros por segundo, lo que equivale a 15.8 millones de habitantes considerando el aporte per cápita de 162 L/d.
De modo que, basándonos en estos cálculos, es necesario duplicar el número de PTAR´s para tratar las aguas residuales que genera la población peruana. También se deben considerar los costos calculados por el Banco Mundial para construir una planta de tratamiento de aguas negras, que asciende a aproximadamente US$ 1,500 millones, cifra necesaria para atender al porcentaje restante de peruanos cuyas aguas residuales no han sido tratadas.
Pese a ser un costo elevado, se debe tener en cuenta las ventajas de las PTAR’s. No solo reducen riesgos en la salud de la población, también permiten la reutilización de las aguas servidas, ya sea en la industria (torres de refrigeración), en el riego para agricultura (se evita también el uso de fertilizantes), riego de jardines o en las fuentes ornamentales.
Al realizar estas actividades, estaríamos incrementando la disponibilidad total de recursos hídricos, evitando la extracción de aguas subterráneas, manteniendo los caudales ecológicos de agua, garantizando el suministro del recurso de riego en época de sequía y reduciendo los vertidos directos de aguas residuales al medio ambiente.
Por estas razones, es necesario impulsar, a mediano y largo plazo, acciones informativas que consideren los beneficios que conlleva la reutilización de aguas, fomentando la investigación, el desarrollo y la innovación tecnológica, estableciendo modelos de financiación que hagan posible una reutilización sostenible de aguas que beneficie a toda la población.
Fenómeno de El Niño Costero: medidas a tomar para la reconstrucción de Lima. Los estragos causados por el fenómeno del Niño Costero han sido devastadores. Y el sector de infraestructura ha sido uno de los más afectados; al punto que se ha pronosticado que la reconstrucción en este campo estaría, según estudios preliminares a las cifras oficiales, entre US$ 3,000 millones a US$ 4,000 millones.
Así, uno de los sectores que sería la única palanca del crecimiento en el ámbito de infraestructura este año: agua y saneamiento, también ha sufrido los estragos del Niño Costero, que ha evidenciado no solo la necesidad de instalaciones para almacenamiento de agua sino la de reconstrucción de redes de agua y alcantarillado dañadas.
Ahora, de la inversión total para cubrir las metas de abastecimiento de agua y alcantarillado al 100%, equivalente a S/ 53,400 millones en todo el país y de S/. 12,000 millones en Lima se ha incrementado, como consecuencia de las travesuras de El Niño Costero, en una cifra aún no calculada por las entidades oficiales. No obstante esto, lo que se sabe es que la construcción y la reconstrucción de más infraestructura de agua y saneamiento es elemental.
A nivel nacional, se debe poner especial atención en las regiones de Piura y Trujillo, que fueron notoriamente afectadas. En el Norte del país, una vez terminados los trabajos de recolección de residuos sólidos arrastrados por los huaicos, se podrá estimar el daño real de las infraestructuras de agua y saneamiento en esas zonas.
Aunque en el caso de Lima, los problemas en el sector de agua y saneamiento han sido menores, el paso del Niño Costero ha puesto reflectores sobre los problemas que ya existían en el sector. Por ejemplo, la planta de la Atarjea es la única que opera en su totalidad. Esto significa que la capital depende de una planta, la cual cuenta con dos reservorios de agua potable con capacidad total de almacenaje de 1.5 millones de metros cúbicos, lo que permite brindar aproximadamente 12 horas de abastecimiento de este servicio a la ciudad de Lima.
Por ello, generar más infraestructura de agua en Lima es elemental. Para asegurar las reservas de agua potable es necesario impulsar el funcionamiento de la planta de Huachipa y sacar adelante el proyecto de trasvase de agua Marca II. Además, la generación de otras fuentes de agua como desaladoras podría agilizar este proceso. Así, haría falta una desaladora en Lima Norte y otra en Lima Sur, que serían de enorme ayuda en los contextos cambiantes que se avecinan.
La reconstrucción nacional que realice el Estado deberá hacerse de manera rápida pero planificada, para que así, genere cambios útiles a nivel de infraestructura y a su vez, trabaje con la población un tema de conciencia social sobre el uso responsable del agua.
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