Por: Bram Willems, PhD
Director del Centro de Investigación Agua – Andes
El mundo está en constante cambio por lo que las empresas, entidades de gobierno, academia y la sociedad en general vienen enfrentando retos emergentes, para los que muchas veces no se encuentran preparados. La agregación de efectos causados por el cambio climático, crecimiento poblacional, globalización y desastres naturales, entre otros, vienen ejerciendo una presión sin precedentes sobre los recursos hídricos y los servicios que nos proveen los ecosistemas. Ello está conllevando hacia una mayor degradación ambiental y vulnerabilidad de las personas, así como un aumento en la incertidumbre respecto a la disponibilidad, calidad y accesibilidad del agua.
Aguas ácidas y cargadas de metales pesados en Ancash. Un problema emergente, consecuencia del retroceso del retroceso de glaciares por el cambio climático (créditos: Raúl Loayza). Entendiendo la funcionalidad hidrológica de los bofedales alto Andinos.
Esta nueva realidad de cambios constantes demanda por soluciones que contribuyan a incrementar la resiliencia de los ecosistemas, infraestructuras, sistemas complejos y comunidades, es decir, que incrementen las capacidades para soportar, responder y adaptarse a una amplia gama de eventos disruptivos que pueden poner en peligro a los individuos y las propiedades (LRF, 2015). En el contexto actual, las soluciones de ingeniería a los que estamos acostumbrados ya no son suficientes, es más, hasta pueden ser contraproducentes. La ingeniería resiliente incorpora la dimensión social y de gestión de riesgos en el diseño de las soluciones ingenieriles. Concordante con ello, el desarrollo de innovaciones deberá contribuir a las capacidades de la sociedad y/o organizaciones para (LRF, 2015):
– Monitorear lo que puede impactar, positivamente o negativamente, al funcionamiento del sistema y su entorno.
– Responder a cambios previstos e imprevistos, perturbaciones y oportunidades, sabiendo qué se debe hacer para garantizar el buen funcionamiento del sistema y sus impactos sobre el entorno.
– Aprender de las experiencias de los eventos pasados.
– Anticiparse a sucesos futuros para estar en mejores condiciones ante potenciales disrupciones, demandas emergentes, nuevas oportunidades o cambios en el entorno.
Dentro del marco del programa Agua-Andes venimos aplicando el enfoque de la ingeniería resiliente para la gestión integral del agua en las zonas Andinas, aprovechando las capacidades naturales de los ecosistemas para el tratamiento, captación y biorremediación. Es decir, exploramos soluciones basadas en la aplicación de infraestructura verde o infraestructura ecológica (Eisenberg et al. 2014).
De esta manera, articulamos la visión de socio – ecosistemas (Ostrom 2009) con la de tecno-sociosistemas, para así generar diseños que contribuyan al desarrollo sostenible. Es decir, innovaciones disruptivas que dinamicen el mercado, pero que garanticen la sustentabilidad ambiental y por ende, el desarrollo social.
REFERENCIAS
Eisenberg, B., Nemcova, E., Poblet, R., and Stokman, A. (2014), Lima Ecological Infrastructure Strategy, Integrated urban planning and design tools for water-scarce city. Institute of Landscape Planning and Ecology, University of Stuttgart, ISBN: 978-3-00-047557-3. Lloyd’s Register Foundation, 2015. Foresight review of resilience engineering – Designing for the expected and unexpected. Report Series Nº 2015.2 (http://www.lrfoundation.org.uk/). Ostrom, E. 2009. A general framework for analyzing sustainability of social-ecological systems. 861. Science 325:419–422.
Publicado en revista Agua y Saneamiento.
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