El creciente desarrollo minero en países como Chile ha originado que los campamentos y asentamientos para trabajadores incorporen planificación arquitectónica y urbana, con el objetivo de hacer más eficiente la actividad productiva y que las condiciones ambientales sean adecuadas.
Un informe del portal Minería Chilena explica que, a nivel histórico, los campos mineros en el país sureño se fueron expandiendo de forma espontánea según los requerimientos. Conforme avanzaba la actividad, se iban trazando calles y edificaciones de forma intuitiva, lo que trajo como consecuencia una disfuncionalidad entre los modos de vida y las necesidades económicas.
“Al tener como razón de existir la actividad económica, se van organizando en la medida de hacer más eficiente la actividad productiva y no la conformación urbana propiamente tal”, explica Yves Besançon, de la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA).
En tanto, para Ignacio Hernández, director de AOA, las villas o poblados tradicionales fueron evolucionando a campamentos mineros debido a la búsqueda de un desarrollo constructivo y tecnológico en condiciones territoriales complejas, “supeditadas a transformaciones de estándares y necesidades de la industria”.
Actualmente, y en vista del crecimiento minero en Chile, es común que los campamentos mineros se trabajen de la mano con arquitectos, que intervienen en la parte de logística, interiorismo y equipamiento, a fin de brindar las mejores condiciones para quienes trabajen en el lugar.
“A través de emplazamientos con construcciones prefabricadas y sistemas modulares que aportan flexibilidad y rapidez a los proyectos, pueden elevarse verdaderas urbes que se instalan de forma temporal y proveen las condiciones para que profesionales, técnicos y externos de la faena puedan trabajar con eficiencia y comodidad”, asegura Yves Besançon.
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