Los daños sufridos por la Gran Barrera de Coral en el año 2016 fueron una muestra de los peligrosos efectos que tiene el aumento de temperatura del agua. El suceso generó una mayor atención en la necesidad de medir la salud de los ecosistemas, para lo cual un experimento propone utilizar a las mismas especies que lo habitan.
El trabajo, a cargo de centros de investigación de la Universidad de Huelva (España) y la Universidad de Atacama (Chile), utiliza a la almeja asiática (Corbicula Fluminea) como elemento central para determinar la calidad de las aguas afectadas por los procesos de minería.
Los investigadores colocaron una serie de ejemplares de la mencionada especie durante todas las fases de depuración del agua, con la finalidad de medir la tasa de supervivencia. En principio, las aguas ácidas resultantes de la actividad minera mataron a todos los ejemplares, pero en una de las fases de depuración llegó a sobrevivir el 95%. El porcentaje incluso se elevó a medida que el agua se acercaba al río.
Las almejas son además organismos filtradores, lo que hace posible que también se analice la cantidad de metales pesados que acumulan. Esta especie vendría a ser solo el punto de partida, pues los investigadores aseguran que evaluarán otros organismos como peces, plantas acuáticas y algas.
Por otro lado, el trabajo de investigación contempla un segundo proyecto, un área diferente. Se trata del desarrollo de una nueva técnica de depuración económica y que no consume energía, a través de un filtro que utiliza una mezcla de madera y arena caliza. La arena se disuelve al mezclarse con el agua ácida, estimulando la precipitación de los metales, que se quedan atrapados en la madera. Estos metales son recuperables y reutilizables, lo cual permitiría desarrollar iniciativas de economía circular en zonas mineras.
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