Un equipo de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Morón (Argentina) se trazó el desafío de construir un módulo de vivienda social a favor de una profesora de música, quien había perdido su casa a causa de un incendio. En este caso, el reto consistió en crear una pieza arquitectónica que tuviera la posibilidad de expandirse o modificarse con facilidad y a bajo costo.
El arquitecto Luis Seoane, integrante del grupo de trabajo, explica que se constituyó un sistema a modo de “metaestructura o estructura primaria” en módulos de 3 m x 3 m. “El primer sector de la estructura recibe el cerramiento para conformar la vivienda, en tanto que el segundo sector, con la estructura a la vista, funciona como semi cubierto y que permitiría ampliar la vivienda a futuro”, señaló.
En relación a los materiales empleados, los responsables del proyecto señalaron que se optó por productos livianos, ya que debían ser trasladados fácilmente al lugar de la obra.
“Elegimos como material estructural perfiles PGC de acero, debido a que su liviandad nos ayudaría a reducir el volumen de material que íbamos a necesitar. Y como teníamos que acortar los tiempos y agilizar la construcción, el módulo debía ser prefabricado en un taller (3 meses) y ensamblarse en la isla durante 10 días, de manera de optimizar el plazo constructivo en general”, dijo Seoane.
Debido a las altas temperaturas que se registran en verano, los proyectistas decidieron colocar parasoles exteriores. En este caso, aprovecharon la propia vegetación del lugar para el diseño de “parasoles vegetales”, que consisten en paneles de mallas electro soldadas, sobre las cuales la vegetación puede crecer y generar sombra.
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