El ladrillo es uno de los elementos constructivos más importantes en prácticamente todo el mundo. En el caso de Argentina, es un insumo fundamental en el ámbito de la autoconstrucción. Sin embargo, cuando se trata de sistemas a gran escala, los sistemas alternativos han venido ganando terreno en los últimos años. Ello ha obligado a la industria ladrillera a reinventarse, a fin de adaptarse a los tiempos modernos.
A fin de cumplir las exigencias de la actualidad, los fabricantes de ladrillos están incorporando prácticas sustentables, para lograr una producción con mayor eficiencia, reduciendo así su impacto ambiental.
“Solo en los últimos cinco años, la industria ladrillera ha invertido más de cien millones de dólares en tecnificación. Esto se funda en el compromiso de todos los socios de la Cámara Industrial de Cerámica Roja (CICER) con el desarrollo de una industria intrínsecamente sustentable y con productos que aumentan la eficiencia energética de los edificios”, comenta la presidenta de CICER, Eugenia Ctibor.
Trabajar con bloques cerámicos brinda una serie de ventajas. En principio, están hechos con arcilla, uno de los recursos naturales de mayor abundancia. Además, gran parte de producción se da a nivel local.
El sistema de construcción más solicitado sigue siendo el ladrillo hueco, no obstante, la presidenta de CICER señala al diario Clarín que existe un mercado dispuesto a acoger nuevas soluciones de calidad. Una nueva opción es el ladrillo hueco termoeficiente, que ayuda a disminuir el consumo de calefacción y aire acondicionado, generando ahorro económico.
Este nuevo tipo de ladrillos cuenta con una mayor cantidad de huecos intercalados que confinan el aire. Ello permite la ruptura del puente térmico, lo que previene el fenómeno de condensación en el muro.
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