Por Dr. Ing. Raúl Delgado Sayán.
La súbita parada de cuatro semanas afecta al país y, por ende, a todo el Sector Construcción: empresas de construcción, empleados, profesionales, técnicos, obreros; proveedores de equipamiento, de materiales e insumos en general; a subcontratistas especializados; a empresas de ingeniería y supervisión de obras y su entorno, que de improviso han tenido que suspender sus actividades y, en menos de 24 horas, movilizarse a sus hogares. Muchos de ellos se encontraban en campamentos en el interior del país y han tenido poco tiempo para dejar todo a buen recaudo y en compatibilidad con una prolongada y no programada paralización de actividades.
Cuando se disponga el reinicio de las labores constructivas no será rápido ni automático porque requerirá de una movilización y un recomenzar contactos con todos los proveedores, subcontratistas y demás participantes en la obra.
La construcción es una actividad muy sensible a los costos. Sus componentes claves como materiales, equipos y mano de obra son determinados en base a un análisis de costos unitarios muy preciso. Es decir, el resultado está incorporado físicamente en las mismas obras. Por lo tanto, los contratistas solo perciben ingresos para solventar sus costos de administración y operaciones a través de los llamados costos indirectos: gastos generales y utilidad, que sumados ambos representan alrededor del 25% del presupuesto total de la obra sin IGV. En este sentido, si no hay obra no hay valorizaciones. Por lo tanto, no hay ingresos para solventar sus planillas ni los costos operativos ni de administración.
Es un sector que necesita créditos directos e indirectos para sus operaciones porque los pagos corresponden al reconocimiento posterior de los avances de partidas de obras ya ejecutadas.
A raíz de la repercusión y conmoción mundial del COVID-19 es previsible que las inversiones en el Sector Privado se posterguen. En contrapeso, solo queda que el Sector Público realmente se reactive e incremente sustancialmente sus actividades, destrabando de inmediato todo lo parado y colocando velocidad de crucero a las obras públicas que forman parte del conjunto de 52 proyectos del Plan Nacional de Infraestructura que ya está aprobado; así como las obras de impacto logístico y social de la Reconstrucción; entre otras.
SECTOR CONSTRUCCIÓN EN UCI
Parafraseando en términos clínicos aplicable al momento actual que viven todos los que conforman el Sector Construcción: la actividad se encuentra en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos); por lo que requiere urgentemente el oxigeno de la liquidez inmediata, el crédito a bajas tasas de interés y en plazos razonables para no interrumpir su larga cadena de pagos y no generar un cuantioso desempleo ya que la construcción es una actividad que genera mucho trabajo directo e indirecto. No es un problema solo económico sino también es un problema social.
En la actualidad, y frente a esta pandemia, la actividad constructora en general se encuentra totalmente paralizada. No ha habido tiempo de hacer un análisis más puntual del costo/beneficio (no solo económico sino también sanitario) sobre el parar o no determinadas obras importantes de infraestructura.
Un ejemplo típico son las carreteras en zonas apartadas que tienen maquinarias pesadas de construcción en forma intensiva, pero bajas en concentración de mano de obra. Sus trabajadores están meticulosamente bien controlados y resguardados en cómodos campamentos, incluso con tópicos médicos y bien llevados por empresas formales de construcción, que cumplen con protocolos exigentes de seguridad en el trabajo y a los cuales se les pudo adicionar perfectamente aquellos de sanidad para este tipo de virus con rápida detección y evacuación de ser necesario.
Otro caso similar, y a modo de ejemplo, pudieron ser las tan demoradas y urgentes obras del Aeropuerto Jorge Chávez o las intensivas obras en equipos pesados de construcción e incluso subterráneas como la Línea 2 del Metro. Aun estando estas dos últimas en la ciudad y dada su envergadura, se pudo explorar durante este aislamiento, la posibilidad de proveer hospedaje y alimentación a sus trabajadores cerca de las obras y con transporte directo en cada cambio de jornada. Hubiera sido probablemente más seguro para la salud de ellos y más económico versus una suspensión total de actividades por tiempo prolongado e indeterminado.
Esperemos que en el tiempo que media hasta el 12 de abril, fecha señalada por el ejecutivo para levantar el Estado de Emergencia por el COVID 19, permita evaluar esta posibilidad para no dilatar más el reinicio de estas obras tan necesarias para el país, y permita operar a las empresas del sector con el apoyo del Estado y del Sistema Financiero, expresado líneas arriba.
De otro lado, este año el Sector Construcción probablemente tenga números en negativo respecto al año anterior. Es difícil de predecir porque todavía no se conoce la fecha real del reinicio de las obras. Aún si en hipótesis se bajara la bandera a cuadros el 12 de abril, los contratistas tendrían que empezar la movilización y puesta a punto para reiniciar las obras, con el perjuicio de que al estar parados y haber detenido hasta nuevo aviso órdenes de compra en giro a proveedores y subcontratistas, deban reiniciarlas nuevamente y eso va a ser determinante en la reprogramación de sus actividades.
Además tendrán que experimentar una falta grave de liquidez en los meses de mayo y junio porque al no haber trabajado y avanzado obras en la mitad de marzo y probablemente todo abril de manera efectiva, no tendrán que valorizar y cobrar para recibir liquidez en mayo y junio. Asimismo, las empresas podrían distraer esfuerzos en largas discusiones para reprogramar las obras y los reconocimientos por el tiempo de paralización, aun cuando estos si están incluidos en la normatividad vigente.
ACTIVIDADES ESENCIALES PARA EL PAÍS
Por otra parte, es importante y necesario dejar en claro que la ingeniería y la construcción si son actividades esenciales para el país. Hay que expresar su importancia y su significado de manera directa e indirecta en el PBI y PEA (empleo formal). La construcción atraviesa transversalmente todos los otros sectores de producción y servicios básicos. No se puede crecer en ningún otro sector si antes no se invierte y para invertir hay que construir.
El rol de la ingeniería y construcción nacional serán muy importantes en el post coronavirus. Hay que considerar la posibilidad que en los meses que queda del año 2020, existirán serias restricciones y cierres prolongados de todos los países por cuarentenas al personal que provenga del extranjero y por temor a nuevas olas de contagios. Por lo menos hasta que existan vacunas de comprobado éxito y difusión masiva. No olvidemos que el coronavirus fue importado y que llegó por vía aérea.
Para el hemisferio sur este cuidado tendrá que ser mayor porque se avecina la temporada del frío y la humedad. Felizmente el Perú, al igual que los médicos también tienen muy buenos ingenieros en todas las especialidades, que han sido autores directos de la construcción de más del 88% de todo el patrimonio nacional existente y que se estima en más de un millón de millones de dólares (un billón en nuestro sistema y un trillón en el sistema de USA).
Hagamos votos para que los encargados de las carteras que tengan que ver directamente con el Sector Construcción, con el apoyo de los delegados del Sector Salud, puedan dialogar con las empresas que están trabajando proyectos importantes para acordar un plan que permita el reinicio de esta actividad esencial lo más pronto posible; con protocolos seguros de sanidad conducidos por las empresas respectivas de construcción y con la máxima exigencia para que el Perú avance. Sin Construcción no hay desarrollo y sin desarrollo no puede implementarse infraestructura que optimice la salud; saneamiento, educación, logística para una mejor calidad de vida de la población.
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