Por: Orlando Ardito. Gerente General de EPEI-Perú
Las Smart Cities o ciudades inteligentes ya son una realidad en la actualidad. Con seguridad irán multiplicándose aún más en nuestra región, si tenemos en cuenta que, actualmente más de la mitad de la población del planeta vive en ciudades y hacia el 2050 se estiman en más de 6.000 millones de personas, las que se agruparán en tan solo el 3% de la superficie habitable de nuestro planeta.
Por lo tanto, frente a esta tendencia demográfica que parece inevitable, se pronostica para nuestra capital en 5 años, un crecimiento de la población de 2 millones más de personas. Resulta de crucial importancia entonces, transformar una ciudad tradicional a un modelo eficiente y auto sostenible: una ciudad inteligente!.
Una Smart City se caracteriza por ser una ciudad que, de manera integral, busca facilitar y mejorar la calidad de vida de sus habitantes y visitantes, así como el transporte, la seguridad ciudadana, la conectividad, la calidad del aire y del ruido, los espacios públicos y medio ambiente a través de las ventajas y soluciones de la tecnología digital. La ciudad inteligente no es un concepto tecnológico en sí mismo, sino una propuesta innovadora centrada en la ergonomía ciudadana, un modelo de ciudad que se apoya en la tecnología para volverse económica, social y medioambientalmente sostenible.
Una ciudad inteligente se soporta sobre tres ejes fundamentales: Energía, Transporte y Control medioambiental; y, se planifica y diseña para el óptimo uso y desarrollo de la infraestructura, del agua, a fin de resolver problemas reales y tangibles del ciudadano como por ejemplo evitar sobrepoblación y hacinamiento (Descentralizar), cuidar emisiones de carbono (Descarbonizar), y permitir el acceso de todos sus habitantes a Internet (Digitalizar) para brindar oportunidades de desarrollo a los ciudadanos por igual.
De acuerdo con ONU-Habitat, el programa de las Naciones Unidas para el crecimiento urbano, las ciudades son grandes centros de consumo de recursos, responsables del 78% del gasto de energía mundial y generan más del 60% de los gases que causan el efecto invernadero. En este contexto, las necesidades de abastecimiento, gestión y utilización de la energía cambian, pues deben responder a tres retos actuales del mundo: la Descentralización, Descarbonización y Digitalización. De esta forma se readaptan los modelos a los nuevos requerimientos del ecosistema digital: edificios eficientes, recogida de datos, conectividad, Internet de las Cosas (IoT) y sostenibilidad.
Es así que, por ejemplo, nacen las redes de distribución eléctrica inteligentes que permiten, entre otras cosas, que las viviendas y las empresas puedan convertirse en pequeños productores de electricidad y dejar de ser únicamente consumidores, apareciendo así el concepto de ‘prosumidor’.
Ahora, la pregunta sería, ¿cómo se organiza una Ciudad Inteligente?, una solución Smart City involucra procesos, tecnologías y personas, partiendo de tres elementos básicos: sensores y actuadores, dispositivos conectados (IoT) y una infraestructura de conectividad. Con las herramientas de medición y actuadores en toda la ciudad se pueden obtener datos sobre costumbres, hábitos, flujos de tráfico, consumos, etc., que se recolectan, coleccionan y analizan, a través de diferentes técnicas algorítmicas, para identificar el conocimiento y los patrones necesarios y así administrar mejor los activos, recursos y servicios de manera eficaz.
Las tecnologías disruptivas que conectan a las ciudades inteligentes con sus ciudadanos y las empresas permiten crear soluciones que aportan beneficios tangibles y concretos para la comunidad: medios de transporte y vehículos eléctricos, sensores de congestión en los transportes, apps para detectar estacionamientos libres, paneles fotovoltaicos en edificios, cámaras de vigilancia urbana, sensores capaces de detectar incendios, sistemas de alumbrado inteligente, drones que sobrevolarán las ciudades para hacer cumplir la ley, como servicios de ambulancias rurales o para monitorizar el medio ambiente, paneles solares para semáforos o señales, edificios bioclimáticos capaces de generar energía descontaminante y renovable.
Sin duda, las Smart City serán una realidad en el Perú en los siguientes años y eso será posible gracias a la capacidad de procesar enormes cantidades de datos digitales. A través de una sólida, extendida y dinámica red de infraestructura de telecomunicaciones, diseñada para soportar las redes 5G y superiores, con eficiencia y estabilidad; y, con la sinergia entre cinco grandes dominios tecnológicos: conectividad, nube, computación, aplicaciones industriales y la inteligencia artificial.
En todo ese contexto y para lograr dichos propósitos, se requieren normas y regulaciones, importantes para el desarrollo de las tecnologías disruptivas e innovaciones sociales que se implementan como: Big data, cloud, robotics, blockchain, drones, virtualización, ciberseguridad, realidad virtual y aumentada entre otros. Una ciudad regulada con normas es una ciudad ordenada y sostenible.
Las ciudades de hoy deben evolucionar si quieren alcanzar los cánones de calidad de vida, eficiencia y sostenibilidad que deben imperar en las urbes del siglo XXI y para ello se requiere del esfuerzo coordinado de varios socios estratégicos que trabajen juntos, sumando primordialmente productos y servicios de calidad. El éxito de una ciudad inteligente, segura y sostenible es el usuario primero, quien debe ser el centro de todo.