Planes Metropolitanos para Lima y Callao al 2040
Por: Dr. © MSc. Arq. Gerardo Regalado R.
Se pueden separar los componentes de una estructura para efectuar un estudio, un análisis y la posterior síntesis y diagnosis, pero lo que no se puede hacer es disociar los componentes de una estructura, o mejor dicho desconectar los elementos que le permiten los procesos que determinan su realidad existencial, porque la disociación altera la comprensión de la estructura que se analiza e induce al error, tanto en la explicación de su funcionamiento como también en la prognosis.
Este despropósito, disociador, es acometido desde hace ya varias décadas en el ámbito de la planificación y gestión del territorio, en instancias políticas, técnicas y normativas sobre Lima ciudad capital, reconociendo obviamente al Callao como parte de ella, y que, en el devenir de sus 486 años de existencia, conforman de forma inexorable una asociación megalopolitana, en contra de las acciones políticas que desean disociarlas en dos entelequias metropolitanas.
La Reforma Constitucional del 2002 disocia por primera vez lo que ya se configuraba como un todo megalopolitano, cercenando de forma irresponsable la provincia del Callao del área metropolitana Lima-Callao. Cabe recordar que el Callao es un caso sui generis, pues tiene por un lado una categoría jurisdiccional de “provincia constitucional” otorgada por la Convención Nacional (parlamento) por su “defensa” de la constitución de 1856, del gobierno de Castilla durante la guerra civil de 1856-1858 y por otro lado, es una “región” por la ley 27867 Orgánica de Gobiernos Regionales, y que además declara que, la provincia de Lima no integra región alguna y tiene un “régimen especial”, sin embargo se contradice, porque le otorga competencias y funciones regionales especiales al Consejo Metropolitano de Lima. Estos actos son enteramente políticos que no tienen mayor sustento técnico y científico y que linda con lo absurdo, ilógico e irracional.
Además de lo anteriormente mencionado, la atomización actual de nuestra ciudad capital, en 51 gobiernos locales, es una clara muestra de que nuestra clase política defiende el postulado de “dividir para triunfar”, estrategia orientada a dominar un territorio dividiendo y fragmentando el poder de las distintas fuerzas políticas y civiles en busca de una mayor división, haciendo cada vez más ingobernable un territorio urbano, que se desconoce como un todo megalopolitano y señalando que estamos frente a un sistema descentralizado y fragmentado sin coordinación, que insiste en ver a modo de alucinación, dos “metrópolis” .
Esta tendencia a la disociación territorial y, a desconcentrar y descentralizar el poder, no estaría equivocada e inútil si estuviera basada y aplicada bajo un modelo de gobernanza intermunicipal, que genere instancias de coordinación forzosas para llegar a consensos y fomentar actuaciones en favor del buen funcionamiento de la urbe. Esto implica institucionalizar un modelo de gobernanza que apunte a: unir municipios grandes y pequeños, pobres y no pobres, unos más o unos menos competitivos.
Sin embargo, también requiere institucionalizar un Consejo de alcaldes con canales democráticos que permitan una gobernabilidad eficiente, eficaz y legítima. En cuanto a la planificación, cada gobierno local actuaría dentro de su escala y jurisdicción, pero de la mano de los lineamientos propuestos a escala megalopolitana.
Este proceso de instauración de un gobierno megalopolitano es una construcción social y política que desarrolla velocidades y tiempos reducidos y con alto grado de complejidad, pues requiere de la participación de actores como el gobierno nacional, gobiernos regionales que han de fusionarse (Lima y Callao), el sector privado, la sociedad civil organizada, etc. Pero también implica que, se requiera las condiciones y entornos sociales y políticos que sostengan la construcción de la autoridad “megalopolitana”.
Al respecto, Lima y Callao ya no ostentan la categoría de metrópoli, tampoco son “dos metrópolis”, no solo por la cantidad de población que albergan, sino porque no se pueden disociar, porque tienen áreas interrelacionadas que realizan funciones de alta complejidad funcional y de especialización; que se constituye en una estructura semi-reticular, cuya estructura urbana se caracteriza por ser multinuclear y multijerárquica en cuanto a la ubicación, escala, funciones y roles que cumplen sus diversas centralidades, donde aparece el Centro de Negocios Metropolitano (CNM) conformado por una especie de “conurbación” o “urbanismo tecnocrático” que induce a economías de escala, de aglomeración y de urbanización, fenómenos que llevan a considerar y elevar a nuestra ciudad capital a la categoría de megalópolis.
El CNM es un conglomerado urbano que representan las áreas de mayor densidad y verticalidad, con alta accesibilidad multimodal, de economías terciarias y cuaternarias, etc., de los distritos de Lima Cercado, Callao, La Victoria, Surquillo, Lince, Jesús María, San Isidro, Miraflores y Barranco, entre otros fenómenos,
El discurso entorno a la asociación megalopolitana, comienza desde la compresión de que el área de Lima y Callao se configura como un objeto único de planeamiento. Observando que, en el marco del tracto sucesivo de acciones técnico-políticas que constituyen los instrumentos de gestión del territorio a través de los años, así lo determinan.
El Plan Piloto de Lima realizado por la Oficina Nacional de Planeamiento Urbano (ONPU) en 1950, declara que “Lima y el puerto del Callao forman una realidad, un solo conjunto urbano”; el Plan Nacional de Desarrollo Urbano y el Sistema Urbano del Ministerio de Vivienda en 1975 indica que, “Lima y Callao conforman la metrópoli nacional y el denominado sistema urbano Lima”; el Plan de Desarrollo Metropolitano Lima-Callao desarrollado por el Ministerio de Vivienda en 1980 precisa que, “el área metropolitana de Lima comprende las provincias de Lima y Callao”; El Plan Nacional de Regionalización de 1984 infiere que, “el área metropolitana de Lima y Callao requerirá de una administración especial”; el Reglamento de Acondicionamiento Territorial, Desarrollo Urbano y Medio Ambiente de 1985 , establece que, “el Plan de Desarrollo Metropolitano corresponde al área metropolitana de Lima y Callao”; el Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima Metropolitana de 1992 determinó que, “Lima metropolitana abarca las provincias de Lima y Callao” (Castro-Pozo, 2007), luego el PLAMET 2035 del 2013 considerará una vez más a Lima-Callao como una sola unidad de planeamiento.
Ante este escenario, es conveniente llamar a la reflexión a los gobiernos de Lima y Callao para que busquen el consenso entre todos los actores involucrados, y aparten sus apetitos políticos, con la finalidad de encontrar el mejor modelo de gestión urbana entre ambos, y al Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento en su calidad de ente normativo, político y financiero, para que, de una vez por todas, ayude a desterrar la falsa dicotomía de que, tanto Lima y Callao son dos “metrópolis “y se reconozca la categoría de megalópolis de nuestra ciudad capital.
De lo contario, los grandes afectados seremos los ciudadanos, que vemos alejarse las posibilidades de tener una categoría real de ciudad capital, ordenada, segura, saludable, sostenible, resiliente y competitiva, de la mano de un instrumento de gestión territorial que no solo propugne la misión y visión del territorio, y sus lineamientos y propuestas, sino que asegure los mecanismos de participación de los actores involucrados, así como, el control, vigilancia y retroalimentación de las acciones urbanísticas y no termine en un documento inerte depositado en algún cajón del escritorio de un funcionario público.