Por: Orlando Ardito. Gerente General de EPEI-Perú.
El negocio de la falsificación, lamentablemente, está presente en el mundo. El valor global de los productos falsificados se estimó entre 923 mil millones y 1,13 billones de dólares solo en el 2016*. Esta dura realidad que parece no tener escapatoria viene impactando millones de puestos de trabajo, financia más abusos como la corrupción, la trata de personas y la violencia. Esta problemática afecta prácticamente a todos los países del mundo y fomenta actividades ilegales.
La falsificación aparece en una serie de sectores industriales, desde objetos de lujo ropa, relojes, equipos electrónicos entre otros, hasta productos intermedios como maquinas, productos farmacéuticos, alimentos, materiales de uso eléctrico, etc.
Comprar productos de baja calidad, “imitaciones” y/o falsificados representan de manera inmediata una pérdida de dinero, las fallas se presentan por lo general a corto plazo y el riesgo para la salud, seguridad de las personase incluso el medioambiente es extremadamente alto. Ello, sin contar con las pérdidas de dinero del Estado por la evasión tributaria y la subvaluación de productos.
El comercio de productos falsificados afecta alas marcas comerciales y derechos de autor, tanto en la propiedad intelectual como en los diseños industriales; también beneficia económicamente a grupos delictivos que buscan colocar su mercancía ilegal en manos del consumidor, a expensas de las empresas formales y los gobiernos.
Se sabe que entre los países que más exportan piratería al mundo se encuentran China, Hong Kong, Turquía, Singapur y Tailandia (El mayor número de envíos falsificados incautados procede de Asia Oriental: China y Hong Kong).
Prácticamente cualquier economía puede convertirse en el origen de la falsificación y la piratería. Un análisis de incautaciones aduaneras identificó 184 economías de donde procedían productos falsificados entre el 2014 y 2016, en comparación de 173 para el periodo 2011-2013. **
Si nos concentramos en el mercado informal peruano, el sector de productos eléctricos evidencia una constante, la presencia masiva productos eléctricos sub estándar, es decir, productos que no cumplen con las normas de calidad mínimas que se requieren, por tanto, son de baja calidad, lo que constituye un peligro y atentan contra la seguridad de las personas.
También están los conocidos «productos blancos», se trata de imitaciones sin marca evidente, pero cuando llegan a las manos del consumidor éstas se venden con el nombre de alguna industria formal en el país o una marca valorada en el mercado, es así que se genera la falsificación.
La presencia de productos de baja calidad o sub estándar y/o falsificados es el lamentable panorama en nuestro país. Desde la Asociación Gremial de Empresas Internacionales de Productos Eléctricos del Perú (EPEI-Perú) la posición es clara: «Es responsabilidad del Estado garantizar que los consumidores tengan la posibilidad de elegir en el mercado entre lo bueno y otro mejor, y no entre productos de mala calidad: una imitación y un producto falsificado”.
Para ello es necesario:
- Centrarse en fortalecer el Control de Zonas Primarias (aduanas), el filtro más importante para evitar el paso de productos de mala calidad o falsificados (y que implica menor inversión).
- La aprobación de Reglamentos Técnicos relativos al sector de productos eléctricos. Esta es una herramienta fundamental para el control y fiscalización en la frontera. La experiencia demuestra que un Reglamento Técnico de Productos logra reducir el ingreso de productos informales en 70%. Si el impacto es tan bueno, ¿Por qué no se aprueban aquellos proyectos de Reglamento para el resto de la cadena de productos?, (referido a enchufes, tomacorrientes, interruptores, dispositivos de protección, lámparas, entre otros).
- Incluir personal suficientemente capacitado que pueda, con base a los criterios establecidos por las normas y reglamentos técnicos de productos, identificar la potencialidad del delito e involucrar a toda la cadena de valor para hacerle frente: Institutos de Normalización, laboratorios y certificadores, funcionarios de las agencias reguladoras, la aduana, los organismos de control y vigilancia del mercado, los importadores, las empresas comercializadoras y los vendedores.
- Ser conscientes que la estrategia de Vigilancia del Mercado, en materia de productos eléctricos, resulta más complejo de lo que pensamos, pues no contamos con una capacidad operativa para la fiscalización, si tomamos en cuenta que tenemos un mercado de productos eléctricos altamente informal.
- Si bien esta es una labor a ser desarrollada por las autoridades nacionales, también hay una dimensión regional e internacional. Existen experiencias exitosas de países vecinos que involucran al consumidor en el proceso de detección de productos fraudulentos y que hacen uso, por ejemplo, de un sello QR en la etiqueta de productos y un celular del lado del usuario.
- Desarrollar campañas de concientización al usuario para enseñarle a elegir productos de calidad, sabiendo que el precio de compra no es igual al costo en el tiempo de vida, en comparación a productos sub estándar o falsificados.
- Garantizar un mercado de productos de calidad para los ciudadanos, sobre todo aquellos de gran demanda y alto riesgo.
Finalmente, sabemos que toda acción para frenar el ingreso de productos falsificados y/o sub estándar tiene que contar con una voluntad política de parte de las autoridades involucradas en el tema. Asimismo, y no menos importante, promover la toma de conciencia de las implicancias positivas para el país, cuando compramos productos formales.
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*Tackling counterfeit with IEC and ISO standards.Ed 2018
**OCDE/EUIPO 2019. Tendencias en el comercio de productos falsificados y pirateados, comercio ilícito. Publicaciones de la OCDE. Oficina de Propiedad Intelectual de París / Unión Europea. https://doi.org/10.1787/g2g9f533-en