Por: Jackie Cabanillas M.
A pesar de sus años, no pensé que el día de su partida llegaría “pronto”. Cuando lo conocí yo andaba a mitad de los 20 y él estaba cerca a los 80. Desconocía su mundo, pero yo ya transitaba por el mío: el periodismo. Llegué a trabajar a Medio de Construcción, su revista y la primera del sector. Y sí, además de ser -como siempre lo llamaba- el Arquitecto del Perú, era un colega, era periodista.
Andaba con boina y vestimenta que atravesaba todos los tonos de gris, beige o azul. Siempre llevaba en su bolsillo, de camisa o saco, varios “finepen” para las correcciones de texto: rojo para las tachas y negro o azul para los agregados porque en ese entonces se corregía sobre papel y, la verdad, aunque hoy todo se hace en pantalla, sigo prefiriendo esa “vieja” práctica.
Café por la mañana, revisión de periódicos en papel, el chisme del día (de oficina, del colegio de arquitectos o de política) y comando de edición para ver qué publicábamos y que no. Corrección de la memoria descriptiva, selección de fotografías, planos, detalles. Era selecto porque no todo era destacable. Los proyectos y obras en Medio de Construcción tenían que aportar al saber del arquitecto o del ingeniero. Además de forma, armonía, luz y sombra tenían que plasmar soluciones y ser funcional. Valoraba mucho el entorno, la ciudad y sus espacios públicos. Todo debía tener una buena arquitectura para el desenvolvimiento de quien lo habitara; sea una casa de playa de lujo o una vivienda social.
Los cierres de edición, aquella entrega final de todo el material periodístico, también está marcada de anécdotas. “Arquitecto es para ayer” le decía. Me miraba hacia arriba sobre sus lentes, dejaba de lado lo que estaba haciendo sobre su gran escritorio lleno de planos, libros y pendientes de su profesión materna y se concentraba en la corrección de las pruebas diagramadas de revista hasta el final, hasta entregar la última letra, la que siempre ponía él con su editorial.
Yo desconocía la magnitud de su imagen frente al mundo hasta que, en una comisión de Telefónica, hoy Movistar, sobre un concurso cuyo nombre no recuerdo, todos los arquitectos convocados, léase Todos, se acercaron a saludar al maestro. Maestro por aquí, maestro por allá. Adolfo por aquí, Adolfo por allá.
Era quien había participado en el diseño de la Residencial San Felipe junto a Enrique Ciriani, quien había ganado el Premio Nacional Chavín y el Premio Tecnoquímica, había sido docente de “jóvenes” y reconocidos arquitectos que por la época en que lo conocí ya estaban en los 30, 40 y 50. Fue fundador de la Agrupación Espacio. Conocía de imprenta, linotipos y fotolitos. Trabajó en El Comercio los días jueves con “Cartucho” Miroquesada. Allí publicó su caricatura “El Harterrorismo y el amor”, mientras “Cartucho” estaba de vacaciones en París. Siempre se reía contando esa historia.
Era un gran conversador y también un gran bailarín. Basta recordar alguna reunión de fin de año u otra de confraternidad en la que compartió con los colaboradores de Medio de Construcción. Celebraba y no negaba una invitación a la danza. Por supuesto, copa de vino tinto en mano y hasta abajo.
La última edición de Medio de Construcción (N° 181), la que cerré junto con él en la casona de Barranco ubicada en la avenida Grau, tuvo como portada Puruchuco. Me dijo: “Con esta fotografía cerramos porque esta también fue la primera foto de portada que publicamos”. Me pareció tan poético a pesar de ser tan triste. El editorial de esa edición tuvo sus demoras y fue comprensible porque era una despedida que puso punto final a una etapa que él disfrutó tanto.
Luego de eso siempre fue muy grato y bullicioso encontrarnos en alguna reunión en la que coincidíamos por trabajo o por lo que sea. Intercambiábamos chismes. Él sobre lo que venía haciendo en la academia y sus labores editoriales, yo sobre las noticias cotidianas en Construcción y Vivienda o la revista Proyecta. “Ya no recibo el periódico ni la revista”, reclamaba. “No dejes de enviarlos”, puntualizaba. Siguió enseñando y escribiendo. Se hizo cargo de la revista Waka y colaboraba también con la revista Puente. El periodista seguía activo.
En los últimos tiempos andaba en redes sociales y siempre me alegraba cuando recibía algún comentario o “like” sobre alguna noticia o fotografía que le gustaba. Ah, además, no olvidábamos saludarnos los 1° de octubre, fecha en que celebramos el “Día del Periodista”.
La última vez que nos juntamos fue en su Residencial San Felipe para hablar en serio. “Arquitecto hablemos de Lima” le propuse e hicimos una entrevista en la que le dice no al baipás de la avenida 28 de Julio, y demás acciones municipales del entonces alcalde Luis Castañeda, porque “primero es la gente, luego los carros”. ¡Hace cuánto tiempo!
Arquitecto del Perú, nunca más confundiré una viga con una columna. Los titulares no se cortan a mitad de sílaba, no se deja al aire el pronombre o conexión y si es posible no van a más de dos líneas. Si la memoria descriptiva tiene solo dos o tres párrafos y no se puede conversar con el proyectista siempre tienes a la mano las fotografías y planos. Sí, aprendí a leerlos con él. Nunca se entra a una casa por la terraza ni por la piscina (a propósito de los textos entregados por los diseñadores). No pierdas los detalles. Describe el proyecto como si lo visitaras siempre.
Gracias.
Su pupila y colega, J.
P.D. En mi sentir también recuerdo e incluyo a quienes nos acompañaron en el último tramo de este viaje editorial llamado Medio de Construcción: Chamy (Luis de los Ríos, su nombre serio. Editor gráfico de todas las ocurrencias de Adolfo), CR (Carmen Rosa Uceda, audaz colaboradora y amiga), Adriana Tamayo (fiel compinche de su abuelo), el ingeniero Guido Valdivia (editorialista y compañero). No olvido a la parte administrativa y destaco a Flor Paredes, su secretaria y también amiga.