Los terrenos se mantienen como uno de los activos más seguros y de mayor proyección en el mercado inmobiliario peruano. De acuerdo con Stephanie Harman, gerente comercial de Pandero Casa, el 40% de los contratos de su unidad de negocios se destinó a terrenos en 2024, lo que representa un incremento de 30% respecto al 2022. La ejecutiva explicó que, a través de los fondos colectivos que gestiona Pandero, los inversionistas -en especial los profesionales millennials y los de generación X- encuentran en los terrenos una alternativa flexible y rentable para construir patrimonio, gracias a su bajo costo de mantenimiento y alto potencial de valorización.
Según estimaciones del sector, los precios de terrenos en zonas urbanas en expansión registran aumentos de entre 5% y 8% anual, consolidándose como una opción atractiva frente a la volatilidad de otros instrumentos financieros. En ciudades como Arequipa, el precio promedio alcanza los S/ 3,614 por m² en áreas consolidadas, mientras que en Trujillo el metro cuadrado subió 6.7% en el último año, situándose en S/ 1,051.
El atractivo se potencia con casos emblemáticos como el Megapuerto de Chancay, que ha multiplicado exponencialmente el valor del suelo en las zonas aledañas: de US$ 2 hasta US$ 1,000 por m². Este fenómeno responde a la mayor demanda de espacios urbanos, logísticos y comerciales en el área de influencia del proyecto, generando un efecto expansivo en Lima Norte y atrayendo tanto a inversionistas nacionales como extranjeros.
Harman precisó que los fondos colectivos permiten convertir el ahorro en un activo tangible con valorización sostenida, al tiempo que facilitan la planificación de proyectos de construcción en terreno propio, con un ahorro de entre 25% y 40% frente a la compra de una vivienda terminada. “La tierra no se deprecia ni se fabrica; es un activo tangible cuyo valor tiende a crecer con el tiempo”, subrayó.
Finalmente, la ejecutiva enfatizó que, de cara al futuro, los fondos colectivos se perfilan como un mecanismo clave para democratizar el acceso a terrenos, sobre todo en provincias y mercados emergentes donde el crédito tradicional es limitado. “Al ser una alternativa formal y accesible, permite que más familias y pequeños inversionistas planifiquen su futuro habitacional o patrimonial de forma ordenada. Esta dinámica, además, impulsa la formalización del mercado inmobiliario y contribuye al crecimiento ordenado de las ciudades” concluyó.