Entramos a una segunda vuelta electoral. En junio los peruanos elegiremos al nuevo mandatario o mandataria que tendrá la misión de reactivar el país. En ese contexto, por lo escuchado en las propuestas electorales, campos por desarrollar hay muchos y todos son importantes.
Fuerza Popular, con su candidata Keiko Fujimori; y Peruanos Por el Kambio, con Pedro Pablo Kkuczynski a la cabeza empiezan una nueva cotienda. Ojalá que en esta segunda etapa se den a conocer a mayor profundidad sus planes. Como muchos dicen ambos coinciden en varios puntos, el tema será cómo harán para cumplir lo que prometen.
Por ejemplo, un país que se jacta de una economía estable y en ascenso no puede tener un alto porcentaje de poblaciones con falta de agua potable o alcantarillado. Es más, eso no debería existir. Su gente no puede ser analfabeta. Su gente no puede morirse por los fríos extremos. Sus niños no pueden seguir trabajando. El desarrollo es la inclusión de su gente dentro de un territorio que le brinde las opciones que haga posible que puedan vivir y transitar con un alto estándar en su calidad de vida.
La ciudad, los espacios públicos, las infraestructuras, la vivienda tanto rural como citadina son importantes para crecer sanos. Ahí es donde prima la capacidad de gestión de los gobernantes de las tres estancias del Estado. Además, los gobernantes deben tener la capacidad de generar mejoras económicas del entorno familiar, a través de la generación de trabajo, para que puedan acceder a beneficios que les permitan lograr sus objetivos.
En el Perú, no solo hay déficit habitacional cuantitativo, también lo hay cualitativo. Hay familias que aún viven bajo esteras, sobre laderas de cerros vulnerables, sin servicios básicos. Hay otras que habitan una vivienda de “material noble”, pero que ya no aguanta a un integrante más dentro de su espacio. Eso significa que a pesar de tener una casita, no es de una calidad adecuada para habitarla.
Lo extenso de nuestro territorio permite visionar a largo plazo. Trabajar en ejes económicos que movilicen gente, donde haya infraestructura para educación, salud, seguridad, transporte. Todo ello debe estar enmarcado dentro de un plan urbano, de desarrollo territorial, algo que se viene comentando hace años, pero sin respuesta del Ejecutivo, ni de las autoridades regionales ni municipales. No hay un derrotero que nos indique el camino.
Dentro de este problema salta otro: la falta de capacidad técnica para resolver situaciones que favorezcan el avance de los proyectos. Es una terrible realidad que hay que afrontar. Sin profesionales o técnicos con una adecuada preparación en los campos que se requieren seguiremos estancados en el tiempo.
Es momento de modernizar las instancias que correspondan, simplificar los trámites que permitar generar obras, claro sin dejar de lado la fiscalización; impulsar la vivienda social masivamente; generar suelo urbano; analizar el tema de subsidios y replantearlos; más agua potable; más servicios básicos; más infraestructuras; más espacios públicos; más herramientas tipo Obras por Impuestos o Asociaciones Públicas Privadas. En fin.
El nuevo mandatario (a) ha plasmado en su plan de gobierno lo que tiene qué hacer. Ni bien asuma, empieza el trabajo. Estaremos atentos a los primeros resultados y a los que sigan.
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