Los arquitectos Roberto Riofrío y Jaime Sarmiento ganaron el concurso de ideas para el nuevo Centro Cultural de Cusco «Wiñay Ayni Marka» con una propuesta que logra una flexibilidad de espacios en la transición de lo público a lo privado. Destaca además la creación de una plaza que permite su conexión con la zona.
Hace unos meses la Dirección Desconcentrada de Cultura (DRC) de Cusco lanzó la convocatoria para el concurso de ideas arquitectónicas para diseñar el nuevo Centro Cultural de Cusco «Wiñay Ayni Marka». El proyecto se asienta en un terreno de 8,000 m² donde se ubicarían las oficinas administrativas.
Se presentaron 34 propuestas entre las que el jurado -conformado por Ignacio Borrego Gómez Pallete, Oscar Borasino Peschiera, Sonia Herrera Delgado, Ronald Peralta Tamayo y Juan Antonio Silva del Carpio– escogió a los tres primeros lugares y tres menciones honrosas.
Los ganadores del concurso fueron los arquitectos Roberto Riofrío Navarro y Jaime Miguel Sarmiento Pastor, quienes se presentaron bajo el seudónimo «Inya». El segundo lugar lo tuvo «Como Kancha», seudónimo del arquitecto Teodoro Boza Rizo-Patrón. El tercer lugar fue otorgado a «Kancha 7», de Oscar Rubén Gonzáles Moix. Asimismo las tres menciones honrosas las obtuvieron Alexia León («Muju»); David Mutal («Camaquen») y Juan Carlos Domenack («Líneas»).
El jurado destacó la calidad espacial y la flexibilidad de espacios de la propuesta presentada, lo que posibilitará su utilización a lo largo del tiempo. Asimismo, aprovecha la mayor parte de tiempo la luz natural y considera espacios en sombra en la ciudad de Cusco, donde el clima es intenso.
“Es resaltable la iniciativa de las autoridades que no tienen por ley la obligación de hacer un concurso arquitectónico, pero entienden su valor y se comprometen a hacer un proyecto como el Centro Cultural en Cusco, la ciudad más visitada del país. Es una idea que deberían copiar otras ciudades”, indica el arquitecto Roberto Riofrío. Él, en trabajo conjunto con el arquitecto Jaime Sarmiento, ha participado en diversos concursos privados y por invitación, siendo esta la primera ocasión que participan en un concurso abierto.
RELEVANCIA. Ayni se refiere al modo de cooperación y solidaridad recíproca que existía en los pueblos indígenas del Alto Perú. Como espacio de intercambio democrático, se basaba en el trabajo solidario y la ayuda mutua dentro del Ayllu estableciendo lazos de reciprocidad familiar entre los miembros de una comunidad.
De igual manera, el nuevo Centro Cultural Wiñay Ayni Marka está llamado a ser el nuevo lugar de convergencia físico y social de la ciudad. Su proximidad con la red de espacios públicos e instituciones culturales que el centro histórico alberga lo convierte en la próxima referencia en cuanto a espacio de manifestaciones culturales y artísticas.
Las premisas de diseño implican que el edificio sea un bien público, es decir, que impida la rivalidad entre usuarios durante su uso al tiempo que no permita la exclusión social. Un edificio que promueva la circulación interna logrando variantes espaciales tales como intensidad de uso, yuxtaposición programática, secuencia, espacio público, privacidad, paisaje, entre otras. “Si el Centro Cultural se inserta en la ciudad, la ciudad se inserta en él”, expresan los arquitectos.
Los principales ambientes públicos del edificio definen la organización espacial de la plaza cultural. Debajo de ella, en el nivel -4.00 m, se ubican la sala de eventos transformable, la filmoteca y el estacionamiento multipropósito destinado a albergar ferias y eventos.
El EDIFICIO. Inscrito en un lote medianero de 8,800 m2, el edificio se proyecta como una estructura moderna, sobria y eficiente capaz de concentrar las distintas actividades técnicas y administrativas del DRC Cusco.
Dichas actividades se complementan con el equipamiento del Centro Cultural establecido en el encargo. La reunión de funciones disímiles y el establecimiento de transiciones que van de lo público a lo privado, configura el proyecto en tres zonas principales.
“Las características del programa exigían que el edificio tenga tres partes. Una primera era el teatro que funciona como puerta o enlace entre la ciudad y el centro cultural. Una vez que podía funcionar de manera independiente, las otras partes fluctúan entre lo público y lo privado. Es así como el zócalo contiene las partes más públicas de la propuesta”, señala el arquitecto Jaime Sarmiento.
La puerta o Puncu. El teatro se convierte en la cara del edificio para la ciudad. A manera de hito urbano, sus proporciones y emplazamiento generan una pasarela pública que funciona como enlace entre la avenida Huáscar y la Plaza Cultural. Su geometría lineal, permite la confluencia de actividades comerciales y culturales aumentando las variantes espaciales al interior del lugar.
El zócalo o Rumi. Los principales ambientes públicos del edificio definen la organización espacial de la plaza cultural. Debajo de ella, en el nivel -4.00 m, se ubican la sala transformable de eventos, la filmoteca y el estacionamiento multipropósito destinado a albergar ferias y eventos. Una rampa funciona como enlace entre ambas maximizando el permeabilidad y el tránsito entre ciudad, edificio y lugar.
Adicionalmente, se propone la relación entre el Centro Cultural Ayni, el mercado y el Jardín de Eventos de la cerveza Cusqueña a partir del establecimiento de posible “puertas” o enlaces. Estos funcionan principalmente como áreas públicas de transición entre los distintos programas del zócalo, pudiendo funcionar como conectores en caso se originen posibles cambios en el entorno inmediato.
El cuerpo o Kurku. Sobre el zócalo, un edificio monolítico concebido en cada uno de sus niveles como planta libre unifica las distintas actividades administrativas, técnicas y espacios del Centro Cultural. La aplicación práctica y cotidiana del edificio a través del tiempo exige una permanente adecuación de las actividades internas por lo que se propone un alto grado de flexibilidad.
“Un punto importante de la propuesta fue protegerlo del entorno desordenado en el contexto que se ubica. Esta situación nos dio la idea de crear un espacio central hacia el interior, lo que generó una plaza cultural como punto importante del proyecto y de conexión con la ciudad. Teníamos un zócalo que invitaba a este espacio interior pero permitía también controlar la relación de estar dentro de un edificio y conectado con lo que sucede afuera. Buscamos una complejidad al crear esta plaza en dos niveles creando dos usos públicos”, detalla el arquitecto Riofrío.
ESTRUCTURA. El edificio es una estructura aporticada de vigas y columnas de hormigón armado modulada sobre la base de 8 m x 8 m de acuerdo a las alturas exigidas por piso y al óptimo funcionamiento del sótano de estacionamientos. El edificio busca ser estructuralmente honesto al convertir sus elementos constructivos en los principales definidores de su carácter e identidad.
CIRCULACIONES. El patio central o Kancha define el funcionamiento interno y externo de las distintas actividades del centro. No solo permite una relación pública directa entre plaza cultural, sala de eventos general y estacionamiento multipropósito sino que también permite articular (a partir de circulaciones verticales ubicadas en sus extremos) el resto de las actividades contenidas en el edificio principal.
De acuerdo a ello, el edificio se organiza mediante recorridos perimetrales conectados verticalmente en sus extremos a partir de baterías de ascensores (y/o montacargas), escaleras y servicios higiénicos de acuerdo a los requerimientos del programa en cada nivel del proyecto.
Las circulaciones vehiculares se dan a partir de rampas ubicadas longitudinalmente sobre el lado izquierdo del lote. Esto permite la independencia entre ambos niveles de sótano en caso el primero de ellos sea utilizado para actividades culturales temporales.
MATERIALIDAD. La imagen busca ser una respuesta al contexto y al intenso uso que estará sujeto el edificio, buscando establecer un diálogo con el carácter urbano y arquitectónico de la ciudad.
Esta búsqueda se origina, en primer lugar, a partir de la organización por capas del proyecto. En segundo lugar, los edificios son una respuesta a las características tectónicas -en cuanto a composición y materialidad- logradas a través del tiempo en la ciudad. Las fachadas se conciben a partir de una estructura modular de vigas y columnetas de fierro corrugado y vidrio templado, maximizando la transparencia y conectividad visual entre el interior y el exterior, entre el continente y el contenido.
ALTURAS. El edificio posee cuatro pisos teniendo como referencia el punto medio de la calle Huáscar. En la zona administrativa, la inclinación de la cobertura final de 25% permite acondicionar una mezanine en el cuarto nivel, aumentando en 50% el área útil del último nivel en caso las direcciones y ambientes técnicos requieran aumentar su capacidad espacial en el tiempo.
“Antes de realizar el proyecto, visitamos las instituciones artísticas y culturales de la ciudad que se ubican principalmente en el ámbito del casco histórico. Eso nos ayudó a entender la relevancia del Centro Cultural de manera funcional y lo relevante que era constituir un edificio en torno a un patio. Además, buscamos darle una contemporaneidad clara al proyecto”, puntualizan los arquitectos.
FICHA TÉCNICA
Concursantes: Jaime Sarmiento Pastor y Roberto Riofrío Navarro Ubicación: Cusco. Perú. Año: 2016 Estudios: JSPA / oficina de arquitectura y urbanismo y RIOFRÍO Arquitectos. Arquitectos principales: Jaime Sarmiento Pastor y Roberto Riofrío Navarro. Equipo de proyecto: Diego Frías pareja (bachiller), Juan Sacca Gonzales (bachiller), Lonny Ponce Barrios, Jampiere Yataco Anampa, Eduardo Aguilar Cotera. Concurso: Concurso de ideas para el nuevo Centro Cultural Wiñay Ayni Marka Cusco. Promotor: Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco/ DRC Cusco del Ministerio de Cultura del Perú.
Publicado en revista Proyecta Ed. 41.
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