Por: Dr. Manuel Balcázar Vásquez, especialista en Derecho Inmobiliario.
Frente a la propuesta del gobierno de crear un nuevo subsidio el Bono Mi Alquiler, surge la necesidad de evaluar dicha medida en relación a su eficacia para atender a los más pobres y a la oferta de alquiler existente para este sector.
En este contexto, antes de crear un subsidio al alquiler, la promoción del arrendamiento de viviendas como alternativa a la adquisición de viviendas nuevas, deben ser abordados en sus tres aspectos fundamentales:
- Necesidad de un proceso de desalojo rápido, cuya innovación radica en sustraer esta materia del ámbito judicial y llevarla al ámbito notarial o mejor aún llevarla al ámbito administrativo para motivar a los propietarios de departamentos y los ofrezcan en el mercado de alquiler.
- Acondicionamiento de viviendas existentes para el alquiler. Es obvio que no se ha tomado en cuenta que miles de familias peruanas se encuentran alquilando habitaciones compartiendo servicios básicos como agua y desagüe, encontrando una solución temporal a sus problemas de vivienda en los pisos superiores construidos sobre los predios ubicados en los conos de las ciudades. Ahí donde nació la informalidad y que luego fue atendida por los entes formalizadores, hoy en día se desarrolla otro fenómeno: El mercado informal del alquiler de vivienda que lejos de ignorar, debemos enfrentar con decisión fomentando el acondicionamiento de estas viviendas para que puedan ofertar mini departamentos con servicios mínimos que permitiría atacar el núcleo duro del déficit cualitativo de la vivienda en el Perú.
- Mejor Focalización de las familias objetivo. Cuando se propone un subsidio del 30% de un alquiler de 1,500 soles, inmediatamente nos damos cuenta que no nos estamos dirigiendo a los mas pobres sino a un sector que no requiere atención prioritaria del Estado. Nuestros pobres alquilan habitaciones de 300 a 500 soles mensuales.
Finalmente, las medidas propuestas deben ser parte de una política planificada de vivienda, planteada para abordar el problema del déficit habitacional desde diferentes frentes. Solo así dejaremos de ver la promoción del arrendamiento como una medida aislada y carente de eficacia para atender la pobreza en nuestro país.
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