El Perú, ubicado en una zona altamente vulnerable ante los movimientos telúricos, hace poco sufrió un sismo de magnitud de 6.1 en la escala de Richter cerca de la ciudad de Sullana, en la región de Piura con epicentro en la costa norte del Perú y que ocasionó decenas de heridos y varios daños materiales. Otro evento similar sucedió el último 22 de junio, pero de magnitud 6.0 en la escala de Richter en la ciudad de Cañete.
Para Adrián Ward, Head of Placement de la corredora de seguros Lockton Perú, los peruanos tuvieron suerte de que el epicentro fue frente a la costa de Mala y no más cerca de la capital, con más de 11 millones de habitantes y muchas edificaciones autoconstruidas con pocas probabilidades de resistir fuertes terremotos.
Según explicó el ejecutivo, Lima es una ciudad del mundo más vulnerable a los terremotos debido a que la cordillera de los Andes es la más joven a nivel mundial y está sujeta a una transformación continua, impulsada por la colisión de placas, que es el detonante de estos desastres naturales.
“Se está acumulando una gran deformación tectónica frente a las costas del Perú que puede dar lugar a un movimiento sísmico superior a la magnitud de 8.5. Si tal terremoto ocurriera cerca de Lima Metropolitana y Callao, las construcciones tendrían que resistir un movimiento telúrico que podría durar hasta cinco minutos”, puntualizó.
El experto señala que según el último un informe elaborado por Lloyd’s sobre el Índice de Riesgo de la Ciudad 2015-2025, la capital peruana es la ciudad con mayor riesgo de daños a nivel mundial en caso de que ocurra un terremoto de entre 8.5 y 8.8 grados. Las pérdidas económicas en Lima podrían llegar a los US$ 35,530 millones sin incluir el riesgo de un tsunami.
Dentro del informe, Lima está por encima de ciudades como Tokio ubicada en el puesto 6 con US$ 18,800 millones en pérdidas. Solo en Sudamérica -según Llod’ys- Caracas ocupa el puesto 11º con pérdidas que bordearían los US$ 12,240 millones; Bogotá la posición 12º con US$ 11,850 millones, Quito el puesto 19º con pérdidas de US$ 6,000 millones y Ciudad de México el puesto 20ª con US$ 5,930 millones.
Por otro lado, Ward recalcó que la destrucción y el número de muertes que causa un terremoto no solo depende de los parámetros del movimiento en sí (magnitud, distancia, duración, etc…) y de las condiciones locales del suelo, sino también de la calidad de los edificios afectados y de los planes de respuesta ante catástrofes de los gobiernos.
¿Qué hacer después de un terremoto?
“Después de un terremoto, es importante reconstruir mejor. Los gobiernos también deben mejorar la calidad y la disponibilidad de mapas sísmicos para identificar con mayor precisión las fallas potencialmente activas” enfatizó el especialista.
Al administrar activamente el riesgo de terremoto, los gobiernos pueden respaldar la asegurabilidad y reducir los costos de respuesta y recuperación de emergencia, reparación de activos públicos y cualquier asistencia financiera o compensación brindada a los afectados. Estos costos pueden tener un impacto importante en las finanzas públicas”, puntualizó.
La implementación de una cultura de prevención y la asegurabilidad de los edificios es fundamental para reducir el riesgo de desastres. En ese contexto, Ward explicó, que existen seguros contra terremotos que generalmente se ofrecen como un complemento de la cobertura del seguro contra incendios tradicional o como un componente de una extensión de la póliza. Dicha protección incluye deducibles para limitar la indemnización de las aseguradoras y la acumulación de pérdidas.
Asimismo, el representante de Lockton señaló que, la asegurabilidad de las pérdidas por terremotos enfrenta una serie de desafíos; por eso, algunos gobiernos han establecido acuerdos públicos de reaseguro contra estos fenómenos naturales para respaldar una cobertura de seguro más amplia, en particular entre los hogares.
No obstante, sigue existiendo un alto nivel de subaseguro (seguro insuficiente) del riesgo de movimientos sísmicos en la mayor parte del mundo. Esta brecha de protección financiera para el riesgo de terremotos deja a los hogares y las empresas, y en última instancia a los gobiernos, vulnerables a las pérdidas derivadas de este tipo de desastres naturales.