La Casa Museo Marina Núñez del Prado es una de las primeras edificaciones levantadas en el Bosque El Olivar, en el distrito limeño de San Isidro. Gracias a un trabajo continuado de dos gestiones municipales, este inmueble ha sido restaurado y abierto al público con un trabajo museográfico que despliega orgánicamente la producción artística de la escultora peruano – boliviana.
La Casa Museo Marina Núñez del Prado se ubica en la Calle Aspíllaga 300 en pleno corazón del bosque El Olivar en San Isidro. Esta construcción de estilo neocolonial fue concebida en el año 1926 por el ingeniero Luis Alayza y Paz Soldán y levantada por el maestro constructor Enrique Rodrigo, siendo una de las primeras edificaciones en la zona.
En 1973, la escultora boliviana Marina Núñez del Prado junto con su esposo, el escritor peruano Jorge Falcón, adquieren esta casa. Posteriormente, en 1984, crean la Fundación Marina Núñez del Prado de Falcón, con la finalidad de preservar y mostrar la obra de la escultora y la obra intelectual de su esposo. Después de su muerte, en 1995, este numeroso e invaluable legado pasa a manos de una fundación que lleva el nombre de la artista.
Gracias a un Contrato de Comodato entre la Fundación Marina Núñez del Prado de Falcón y la Municipalidad de San Isidro, firmado el 9 de enero de 2008, se salvaguardó la Casa Museo, su colección de obras de arte y el Fondo Documental. En 2009 y primeros meses de 2010, se inventarió y registró 1,364 bienes culturales muebles ante el Instituto Nacional de Cultura, hoy Ministerio de Cultura. Igual labor se hizo con su colección de arte popular de 137 piezas de artesanos peruanos de la talla del maestro Mamerto Sánchez, que ella gustaba coleccionar.
RESTAURACIÓN
En el año 2000 el Instituto Nacional de Cultura, mediante Resolución Directoral, declaró monumento histórico al inmueble, siendo el primero en el bosque El Olivar. La casa se rodea de un jardín de esculturas que tuvo resultados cambiantes afectados por las modificaciones urbanas de su entorno. Está compuesta de dos niveles siendo la primera de adobe y la segunda de quincha de caña brava. En el primer piso posee un pequeño patio central dotado de una fuente de hierro fundido. Su fachada es vistosa y en la parte derecha reproduce, en menor escala, la portada del famoso Palacio del Almirante de la ciudad de Cusco.
El arquitecto que diseñó la propuesta de restauración y adecuación a su nuevo uso, Jorge Gino De las Casas, señala que inicialmente la planta era muy limpia pero a partir del año 1935 comienzan a levantarse nuevos espacios en la zona del patio. “En el año 1973, cuando los esposos compran la casa, también le añaden un cuarto con techo bajo donde trabajaba el escritor Jorge Falcón”, apunta.
La propuesta, consensuada con la anterior gestión municipal, planteó retirar estos espacios añadidos hechos principalmente con concreto, para que se adapte al nuevo uso como galería de exhibición e incluso, un centro cultural. Se ha planteado el taller de la escultora Marina Núñez, ubicado en el segundo nivel, como el corazón de la casa y la intervención gira en torno a él.
Salas de exhibición. Las salas de exhibición cuentan con una variedad de tipos pisos. En algunos casos es una loseta tipo colonial y en otros, listones de madera. Dado el deterioro de este último, fue necesario reemplazarlo.
También se trató una chimenea ubicada cerca al ingreso principal y un techo bajo de madera tipo encasetonado ubicado en la sala más íntima, al final del recorrido que parte desde el ingreso principal. En varias zonas, las esquinas de este techo estaban desprendidas.
Patio interior. Este tiene un acceso interno que proviene desde las salas de exhibición y otro externo desde una reja que da a la calle, a fin de que el público que recorre El Olivar pueda apreciar el interior de la casa. Se ubica en el centro de los tres bloques de los que se compone la edificación y en medio de él se halla una pileta de fierro que fue pintada y su sistema de recirculación reparado.
En su piso se realizó una intervención contemporánea con piedra laja que mantiene la misma irregularidad que la superficie original. También se hicieron adaptaciones en las barreras arquitectónicas para los minusválidos.
Taller. Uno de los bloques cuenta con dos niveles, siendo el segundo el que acoge el taller de la escultora Marina Núñez. “En el año 1926 la casa era de un solo piso pero cuando los esposos la adquieren en 1973, levantan el segundo nivel y Marina instala allí su taller”, menciona el arquitecto De las Casas.
En el primer nivel de este bloque, se añadieron en su momento nuevas construcciones que en el trabajo de restauración fueron retiradas. Entonces, para sostener la estructura del taller, que quedó en voladizo, se instalaron una secuencia de columnas de madera que generaban una galería y dejaba expuesto el piso. En el taller también se observan vigas que, en la mayoría de casos, fueron reimplantadas dado su deterioro.
El techo de madera, cubierto en ciertas partes con calamina, fue reemplazado por otro compuesto de viguetas de madera, un entablado, una cobertura con torta de barro y sobre él, ladrillo pastelero.
Al costado de este bloque, se eliminaron los servicios higiénicos existentes para alejar el foco de humedad, y en ese espacio se levantó una escalera de metal con pasos de madera que da acceso tanto al taller como a la terraza del bloque adyacente con una superficie de ladrillo pastelero.
El tercer bloque está más apartado. En su primer nivel alberga a los nuevos servicios higiénicos y en el segundo, la zona administrativa. Se accede a este piso por una escalera de madera que posee un quiebre que sigue a la forma del árbol, ubicado en el patio trasero. Dado las condiciones halladas, los pasos fueron cambiados y la estructura tratada.
Revestimiento. No se detectaron fisuras graves en las paredes salvo ciertos problemas a nivel superficial por la cercanía de baños. El tono de las paredes de la escala es un melón que corresponde a las calas pictóricas originales y fue elegida en consenso.
MUSEOGRAFÍA
La actual gestión municipal a cargo del alcalde Manuel Velarde, continuó con el proceso de restauración de esta casona y encargó a Gustavo Buntix la curaduría de la obra de Marina Núñez del Prado. Él desarrolló una muestra que evita la proliferación habitual de piezas inconexas para privilegiar la exhibición articulada de obras y documentos claves en secuencias significativas.
El visitante, al ingresar por la puerta principal, se encuentra con la sala denominada “Mama Pacha” que muestra otros dotes artísticos de la escultora como su representación de una sacerdotisa inca de la luna en la histórica película “Wara Wara” de José María Velasco (1930, en la época de oro del cine boliviano) o su retrato en traje indígena bajo el lente de Martín Chambi (1934).
Si el visitante opta por seguir el circuito lineal, apreciará una sala donde tiene por el lado izquierdo el espacio denominado “Abstracción Andina” donde se observan trabajos de Marina y fotos familiares. Al lado derecho está los “Hermanos Falcón” dedicado a César y Jorge Falcón. Jorge, su esposo, fue un intelectual vinculado a José Carlos Mariátegui y al Partido Comunista del Perú, y en este espacio se aprecian documentos originales de su paso por publicaciones históricas de la izquierda peruana como la revista Hora del Hombre. También se ubica un retrato de Jorge hecho por el pintor peruano José Sabogal.
Continúa una zona más íntima con un techo bajo casetonado de madera, espacio coronado por una escultura en el centro y frente a él una fotografía de la misma Marina junto a su obra.
Retornando a la sala de ingreso y girando a la izquierda, se ubica la zona “Mujeres Altiplánicas” con la serie “Mujeres del Altiplano”, obra que a partir de 1970 reúne, en conjuntos variables, de tres a cinco elementos monolíticos. Esta pieza fue la portada del libro de memorias de Marina, “Eternidad en los Andes”, publicado en 1973.
Continúa el recorrido con “Turullay”, que muestra la evolución de la presencia simbólica del toro, desde su poética descripción figurativa hasta la culminación casi abstracta. Todo ello puesto en contrapunto con el ceramio artesanal de Quinua, una de las representaciones favoritas en la colección de arte popular reunida por la artista.
La sala final es “La Estetización Doméstica”, ubicada en la zona colindante al patio interior, exactamente en el bloque que alberga al taller. Todavía no es abierto al público, pero esta sala se compone de dos habitaciones independientes que fueron conectadas para crear una sala de exposiciones temporal.
Este sitio reúne parte de las pertenencias artísticas con las que Marina escogió convivir en esta casa, Destacan las piezas como la talla del Cristo crucificado del siglo XIX; dibujos, papeles y acuarelas dedicados por sus amigos indigenistas como los peruanos Julia Codesido, Mariano Fuentes Lira, Apu-rimak y el boliviano Gil Imaná; así como los trabajos sorprendentes de su hermana Nilda, reconocida joyera que derivó las técnicas de la orfebrería hacia la pintura y la confección de trabajos peculiares, entre ornamentales y sacros.
“La gestión actual contrató a un curador profesional como Gustavo Buntix quien trabajó una exposición orgánica que permite entender la evolución del trabajo de Marina. Además, se han colocado recuerdos de ella, para sentir su presencia y mantener la atmósfera de la casa”, indica la jefa de la Oficina de Cultura de la Municipalidad de San Isidro, Soledad Cunliffe Seoane.
“Muchos intelectuales acudían a la casa los sábados y regresan a reencontrarse con el espacio de esta escultora de origen boliviano, quien pasó la última etapa de su vida en esta casa de El Olivar. Ella quería que su casa sea donada al público para que se aprecie su obra. La Fundación Marina Núñez del Prado es la dueña y nosotros como municipalidad hemos apoyado la iniciativa para ponerla a disposición de los vecinos y de todo el Perú”, acota.
Publicado en Ed. 33 revista Proyecta. Lima-Perú.
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