Pese a contar con todos los elementos para ser un centro de encuentro y recreación, el Parque Villa Clorinda de Comas era, por el contrario, un sitio cercado por rejas y muros, con más tierra que vegetación, utilizado como una improvisada playa de estacionamiento y un depósito de basura. Recuperar el concepto de espacio público en el lugar era indispensable, pero gracias al trabajo en equipo entre organizaciones, vecinos, niños y voluntarios, se han dado los primeros pasos.
El restablecimiento de espacios públicos en Villa Clorinda es una iniciativa de la ONG Sumbi y la asociación Ania, que trabajaron junto con la Coordinadora de la Ciudad en Construcción (CCC) en la intervención de 750 m2 de parque, que constituye la primera etapa de un proyecto que abarca cerca de 2,100 m2.
Previo a la intervención, se encontró un barrio fragmentado, encerrado con rejas por motivos de seguridad, con espacios interesantes pero con nula conexión entre estos, además de lugares cercanos como un mirador y el bosque, cuyas potencialidades no estaban siendo aprovechadas.
De huerto a proyecto integral. Conversamos con los arquitectos de la CCC, Javier Vera y Paula Villar, para conocer mayores alcances de la iniciativa. Según comentan, en principio se les encomendó el diseño de un huerto comunitario que siguiera el concepto de las Tinis (Tierra de Niños). Sin embargo, al notar que no existía espacio público, replantearon la propuesta.
Para recuperar el espacio se contemplaron acciones como la retirada de los vehículos estacionados, la instalación de una súper resbaladera, un rocódromo y tubos de bambú, así como espacios de estar que a la vez pueden incentivar el juego.
“Vimos que no tenía mucho sentido un huerto en un lugar donde todo está invadido, pues hubiera generado muchos problemas. Entonces propusimos hacer un proyecto integral, en el que el huerto sea parte de una primera etapa”, afirma Vera.
Luego de un primer paso que consiste en abrir un eje hacia el mirador e integrarlo con un paseo peatonal, siguió la apertura del parque, tanto en rejas como muros, pues hasta entonces era totalmente inaccesible. A partir de ahí, se plantearon diferentes formas de ingreso, que sean lúdicas y generen interés en los niños.
Este procedimiento se realizó después de constatar que el parque, efectivamente, concentra elementos que promueven el encuentro entre los vecinos de la zona: Iglesia, local comunal, biblioteca y un colegio en el espacio central y, en la manzana adyacente; losa deportiva, puesto de seguridad, colegio inicial, posta médica y mercado. No obstante, muchos equipamientos se encuentran aislados detrás de muros y dan la espalda al parque.
Otros aspectos a corregir fueron un desnivel encontrado entre la zona alta y baja del parque, unos flujos peatonales cortados y una serie de caminos sin dirección clara, que ocasionaban que el lugar no sea un punto comunitario.
Los niños tienen la palabra. Parte fundamental del proyecto fue conocer cómo es que los niños perciben el entorno. Tras realizar una serie de talleres, Ania y Sumbi concluyeron en que ninguno de ellos reconoce el parque como suyo, y que este no es parte del imaginario individual ni colectivo. También se observó que asociaban el juego con objetos, regalos que alguien les hace.
“Era necesario darle la vuelta a eso”, indica el arquitecto Vera y cuenta que la solución propuesta fue adecuar los espacios para que sean los niños quienes creen sus propios juegos dentro del espacio, promoviendo así su creatividad. “Podíamos comprar un columpio, ponerlo ahí y ya está. Pero creemos que el propio espacio debe ser un juego”, expresa.
Plan de acción. La primera etapa del proyecto tuvo como prioridad la generación de un circuito de juegos para incentivar la presencia de los más pequeños. Para recuperar el espacio se contemplaron acciones como la retirada de los vehículos estacionados, la instalación de una súper resbaladera, un rocódromo y tubos de bambú, así como espacios de estar que a la vez pueden incentivar el juego.
Se encontró un barrio fragmentado. “Hemos hecho seis jornadas con los vecinos. Hemos hecho las coordinaciones necesarias para trabajar con los voluntarios. La instalación la hemos hecho nosotros, mientras que la Municipalidad de Comas apoyó con la resbaladera y la placita en la parte superior, que requirió personal y maquinarias”, sostiene Vera.
Entre octubre y noviembre del año pasado, antes de iniciar las obras, se realizaron las denominadas “jornadas de aprendizaje”, talleres participativos que permitieron delinear la propuesta de acuerdo a los requerimientos de los vecinos.
“Hemos hecho seis jornadas con los vecinos. Hemos hecho las coordinaciones necesarias para trabajar con los voluntarios. Los niños han pintado los murales y las llantas. La instalación la hemos hecho nosotros, mientras que la Municipalidad de Comas apoyó con la resbaladera y la placita en la parte superior, que requirió personal y maquinarias”, sostiene Vera.
Destaca que, durante el proceso, surgió la idea de mantener una pequeña loma que se había generado por la acumulación de desmonte. Cuenta que los niños corrían y saltaban en esa parte, así que se decidió taparla con tierra de chacra y dejarla ahí. Solo falta ponerlo verde y que se mantenga. Está funcionando bien. Además, sirve como un ingreso más al parque.
Fueron los propios niños quienes pintaron el mural del parque. “Hemos optado por no invitar a un artista sino hacerlo nosotros mismos. Es algo sencillo, lleno de colores. Cada uno pintaba una franja y ya teníamos algo vistoso. Detrás hay un mural que se trasluce un poco”, comenta.
Si bien el espacio remodelado está orientado a los niños, ello no implica la exclusión de los adultos. De hecho, parte del éxito que ha tenido se debe a la implementación de caminos, bancas y áreas de estar para los padres o hermanos mayores. “Esa convivencia es esencial para un espacio público”, afirma Vera.
“Cuando se crea un área para niños, se tiene la idea de que es exclusivo para ellos, como si se tratara de un corral. Y eso es lo que se hace normalmente. Aquí solía haber bancas, pero nadie las usaba porque estaban aisladas, solo estaban puestas para el camino. Ahora dan al parque”, agrega.
Financiamiento y recursos. El financiamiento para la obra fue otorgado por la Embajada de Australia en el Perú, la Fundación Bernard van Leer y el colectivo Ocupa Tu Calle. El monto destinado era de S/ 5,000. El modelo de gestión empleado ayudó a implementar el proyecto con ese presupuesto. “No se pidió más dinero directamente, sino que planteamos un trabajo comunitario”, comenta el arquitecto.
Es así que los equipos de CCC y de Sumbi trabajaron de manera integrada en todo el proceso, que incluyó intercambio de metodologías, discusión de diagnósticos y estrategias, entre otras variantes; para asegurar un resultado favorable, que se sumó al involucramiento de los propios vecinos.
Vera resalta la intervención del municipio con equipos y mano de obra para la resbaladera, y la de Ocupa Tu Calle, aliado en la donación de pinturas, materiales, llantas, entre otros recursos. “Todos logramos aportar algo”, sostiene.
La intervención, vista desde sus lineamientos generales, plantea una visión micro (parque) y macro (barrio). Se trabajó en paralelo la primera de ellas, para el proyecto del espacio al borde del local, teniendo en cuenta que se trata de una activación inicial, que detonará en futuras transformaciones mayores.
El planeamiento general es a largo plazo, pues requiere la identificación de necesidades, problemas y potencialidades que requieran de un trabajo más extenso y ambicioso, que involucren disciplinas como arquitectura, urbanismo, trabajo social y pedagogía.
Integrando a la comunidad. Paula Villar comenta que las hipótesis planteadas al inicio se fueron cumpliendo. En principio, se previó que vecinos y dirigentes tendrían reparos en el retiro de rejas, por motivos de seguridad y hasta idiosincrasia. También había que desechar la idea de asociar espacio público con lo ornamental y de contemplación, cosa que también implica descuido.
En lo que sí hubo consenso fue en realizar los trabajos de forma progresiva, para que puedan asimilar el cambio. Ello se evidencia en un pedazo del parque que se mantuvo abierto, por lo que continúa siendo usado como estacionamiento, aunque cada vez menos. “En la siguiente etapa ya cerraremos todo”, explica.
Destaca también la importancia de implantar la idea del recorrido. Se busca que los niños, al salir del colegio, no tengan que pasar por el parque esquivando vehículos sino que, por el contrario, «entren a jugar con los palos de bambú, las llantas pintadas, la lomita, la resbaladera y el pasto».
A partir de los resultados, las organizaciones involucradas podrán trabajar en torno a las relaciones familiares en comunidad y su convivencia, para ver qué impacto tendrá su iniciativa. “El niño que estaba encerrado ahora sale, juega, sociabiliza, y ello repercute en su desarrollo. Sin, duda, es un tema que da para el análisis”, concluye Vera.
Ficha Técnica
Arquitectura: CCC (Coordinadora de la Ciudad en Construcción) Equipo técnico: Javier Vera, Álvaro Rodriguez, Eleazar Cuadros, Paula Villar, Daniel Canchán. Equipo social Sumbi: Víctor Vimos. Acompañamiento Ocupa Tu Calle: Lucía Nogales, Cynthia Shimabukuro. Colaboradores CCC: Vanesa Coyure, Andrea Silva. Institución contratante: ANIA. Financiamiento: Embajada de Australia en Perú, Fundación Bernard van Leer, Ocupa Tu Calle. Apoyo con maquinaria y personal: Municipalidad de Comas. Área del terreno (proyecto completo): 2,100 m2 Área construida (primera etapa): 750 m2 Constructor: Equipo CCC+OTC, Municipalidad de Comas, Vecinos, Voluntarios. Fotografía: Archivo CCC. Javier Vera, Eleazar Cuadros, Álvaro Rodríguez.
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