Especialistas consideran que un desafío de la arquitectura es desarrollar campamentos mineros como soluciones integradas, cumpliendo un rol fundamental dentro de los equipos interdisciplinarios. Así, los módulos no deberían limitarse a ser soluciones de albergue, sino acoplarse a sistemas más complejos.
El arquitecto Mauricio Santibáñez Laprida, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central (Chile), sostiene que para entender la arquitectura modular en la minería, se debe aplicar un principio de diseño básico: el uso de una forma simple de medida estándar, estructura portante en acero o madera, de ancho máximo de 3.55 m, largo no superior a 12 m altura solo hasta 3 m y panelería de revestimiento.
Santibáñez explica que “cada módulo asume una función y su sumatoria definirá el Layout funcional de cualquier propuesta”. En ese sentido, la estructura debería transportarse sin dificultad de forma horizontal o vertical, sin necesidad de incorporar grandes modificaciones gracias a su flexibilidad.
“La complejidad está dada en el momento en que la propuesta modular no solo resuelva el requerimiento de albergue, sino que se le exija resolver programas más complejos”, indica, y añade que cada módulo debe cumplir funciones específicas y sumarse al sistema del edificio en funciones múltiples, sin perder sus límites en forma y medida.
Para el especialista, la mejora en las instalaciones mineras radica en la suma de aspectos como aislación térmica y acústica, calidad habitable, espacios eficientes y flexibilidad de forma y configuraciones.
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