Por: Ing. Orlando Ardito. Gerente General de EPEI- Perú
Hace un poco más de un mes, el Gobierno decretó el estado de emergencia sanitaria y el aislamiento social obligatorio en todo el país, lo que causó cambios en nuestros hábitos cotidianos.
Ahora miramos más televisión para informarnos o distraernos, usamos más internet para trabajar o estudiar y estamos las 24 horas en nuestros hogares consumiendo energía por medio de diversos aparatos electrodomésticos. De igual manera la agroindustria, los supermercados, el sistema financiero, el sector salud no podrían mantenerse en “pie de guerra” si no disponen de electricidad, productos y servicios de calidad que garanticen la continuidad de la operación.
Esta coyuntura que vivimos a nivel mundial, nos grafica la importancia de la electricidad en nuestra vida moderna. Es básico y simple, sin energía eléctrica, no funcionan los hospitales, las áreas de cuidados intensivos y todos los instrumentos necesarios para la atención de miles de pacientes -con o sin coronavirus- en el mundo. Como reza el dicho: la salud es lo más importante y con ella podemos salir adelante.
Además, estamos siendo testigos de cómo la sociedad se ha visto obligada a acelerar su adaptación a la tecnología digital para poder proseguir con la vida cotidiana entre cuatro paredes; y, para esa nueva vida digital, disponer de una instalación segura, eficiente y sostenible, será el mejor aliado que nos acompañe para ahorrar energía, hacer uso eficiente de ella y rentabilizar nuestro esfuerzo.
Para garantizar el funcionamiento óptimo y continuo del servicio de energía eléctrica es fundamental abastecer a la industria de la electricidad con la infraestructura de respaldo adecuada; los productos e insumos eléctricos de calidad y los servicios que permitan la operación óptima del sistema en estos momentos claves para el país, y con ello, minimizar los cortes e interrupciones del suministro de energía.
El sector eléctrico peruano tiene el gran reto de asegurar un suministro de electricidad seguro, confiable, sostenible, continuo y de alta calidad -desde su generación hasta su distribución a cada usuario final (familia o empresa)- a través de la operación, mantenimiento y abastecimiento de calidad del sistema eléctrico para acompañar a los más de 31 millones de peruanos, en la siguiente etapa de reactivación que nos espera como país. La seguridad eléctrica que podamos brindar será el cimiento para recuperar la estabilidad económica del país.
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